Ser gracioso en una presentación de trabajo o una conferencia laboral te garantiza el éxito de tu exposición, solo si eres hombre. Ya que si eres mujer, y tratas de darle un toque cómico a tu performance, las personas calificarán tu desempeño como menor y no te considerarán capaz para ser líder, según la Harvard Business Review.
En una extensa recopilación de información, Harvard Business Review cita a Carmine Gallo, el autor de “Los 9 secretos para hablar en público de las mentes más importantes del mundo”, libro que se convirtió en una guía mundial para dirigirse a las masas.
“El humor reduce las defensas, haciendo que su público sea más receptivo a su mensaje. También te hace parecer más agradable, y la gente está más dispuesta a hacer negocios con alguien que les gusta o apoyar”, dice el también entrenador de comunicaciones.
Sin embargo, eso no aplica para líderes femeninas, principalmente por los estereotipos de géneros. Estos refuerzan creencias de cómo deben comportarse los hombres y las mujeres, pero solo consiguen crear desigualdad entre ambos.
Por ello, cuando un hombre utiliza el humor para comunicar un mensaje, la percepción que tiene la gran mayoría es que presenta un comportamiento funcional en el trabajo, a la vez que utiliza una herramienta para aligerar el estado de ánimo, haciendo que los problemas difíciles parezcan menos desalentadores y fomentando actitudes positivas e interacciones saludables.
Pero, cuando una mujer emplea el mismo discurso plagado de humor para calar mejor en las masas, se termina argumentando que ese humor es disruptivo, una distracción de la naturaleza seria que debe tener el trabajo y demuestra menos compromiso con este.
Según la Harvard Business Review, los hombres están señalados para tener alta orientación a los logros, ambiciones y mejores enfoques en la realización de tareas. Estos ideales se alinean estrechamente con la interpretación funcional del humor.
En cambio, los estereotipos de la mujer incluyen no sólo los niveles más bajos de orientación y ambición hacia el logro, sino también la expectativa de un aumento de las responsabilidades familiares y domésticas.
En conclusión, esto no significa que las mujeres deban abstenerse del humor, sino que las personas que perciben los discursos llenos de humor se deben acostumbrar a que no importa el género, sino que dicen y como lo dicen por el bien de la compañía. Y eso solo se logrará mientras más mujeres realicen este tipo de actos.