Del coronavirus se ha hablado mucho. Se han dicho cosas alarmantes, verdaderas y hasta completamente falsas. Sin embargo, poco se ha escrito de como reacciona nuestro cuerpo una vez que el Covid-19 ingresa a nuestro organismo y vence nuestro sistema inmunológico.
"El coronavirus es principalmente un virus respiratorio", le explica a BBC Mundo William Schaffner, profesor de Medicina Preventiva y Enfermedades Infecciosas del Centro Médico de la Universidad Vanderbilt, en Estados Unidos.
Por esta razón, comienza infectando tu garganta, y los primeros síntomas se manifiestan en la tos y la picazón.
Cuando el virus ya está dentro de nuestros cuerpos, ya sea que haya ingresado por los ojos, la boca o la nariz, “se sujeta a las células de la mucosa del fondo da la nariz y la garganta”, comenta el experto.
Gracias a sus proteínas, en forma de lanza que sobresalen de la superficie, el coronavirus puede penetrar la membrana de estas células. “Una vez dentro de la célula, al igual que los demás virus, comienza a darle la orden de producir más virus”.
Es así como comienza a multiplicarse dentro de nuestro cuerpo, ya que al ser un agente infeccioso microscópico acelular, solo puede multiplicarse dentro de las células de otros organismos.
Una vez que las réplicas están listas, salen de la célula donde se originaron, la destruyen y comienzan a infectar a otras células. Cada virus puede crear entre 10 000 y 100 000 réplicas.
“Cuando esto ocurre, el cuerpo se da cuenta de que el virus está allí y produce una respuesta inflamatoria para tratar de combatirlo”, explica Schaffner. Es ahí cuando empezamos a sentir un poco de dolor de garganta y es posible que sintamos la nariz tapada.
"El virus se dirige luego hacia los conductos bronquiales (las vías respiratorias que llegan hasta los pulmones) y allí produce una inflamación en las mucosas de estos conductos. Esto causa irritación y por ello empezamos a toser", señala Schaffner.
Todo esto mientras “aumenta la respuesta inflamatoria porque el cuerpo está peleando contra el virus, y, como consecuencia, aparece la fiebre”.
Cuando llegamos a esta etapa, comenzamos a perder el apetito. Pero recién se vuelve mortal cuando el virus deja el conducto bronquial y llega a los pulmones, donde causa una inflamación (neumonía). “Sí una porción suficiente de tejido pulmonar está afectada, al paciente le resultará más difícil respirar, porque no puede exhalar el ‘aire malo’ e inhalar el ‘bueno’”.
Sí sientes dificultades para respirar, debes ser hospitalizado inmediatamente y, posiblemente, necesitarás que te conecten a un respirador.
Para evitar que la infección secuestra nuestras células, nuestro cuerpo produce sustancias químicas que son bastantes agresivas.
En el caso de la neumonía, "crea congestión en los pequeños sacos de aire en la base de nuestros pulmones (alvéolos)", explica Kalpana Sabapathy médica clínica y epidemióloga del equipo de salud global de la Escuela de Higiene y Medicina Tropical en Londres, Reino Unido.
Estas pequeñas estructuras son las que normalmente se llenan de aire, y a través de sus paredes se produce el intercambio gaseoso por el cual el oxígeno llega a la sangre, y de allí al resto del cuerpo.
"Pero si estos sacos están llenos de infección, combinada con la respuesta de nuestro cuerpo a esa infección, tienen menos capacidad para el aire", señala Sabapathy.
Al no recibir suficiente oxígeno, comienza una falla respiratoria, y el corazón, por eso oxígeno faltante, no puede funcionar. La doctora Schaffner compara el virus con un conflicto bélico.
“Imagínate que es una guerra. Has dos ejércitos que se pelean entre sí, pero a veces las bombas lastiman civiles. Y pueden caer sobre el hospital, o el museo, pero no sobre el enemigo”, afirma.
De acuerdo con un análisis de la Organización Mundial de la Salud basado en el estudio de 56.000 pacientes, el 80% de los infectados desarrollará síntomas leves (fiebre, tos y, en algunos casos, neumonía), el 14% síntomas severos (dificultad para respirar y falta de aire) y un 6% sufrirá una enfermedad grave (falla pulmonar, choque séptico, fallo orgánico y riesgo de muerte).