El amor por nuestros hijos no tiene límites y buscamos demostrárselo de muchas formas como su educación, crianza, vestimenta, entre otras cosas. Sin embargo, muchas veces en el proceso también se tiene la costumbre de mostrar cariño a través de los “besitos” en la boca.
Esta forma de expresión de amor hacia los hijos, “piquitos” en la boca, puede resultar bastante incómodo en el infante, esto a pesar que al recibirlos no opongo ninguna resistencia.
Tanto como los padres amamos todo de nuestros hijos, lo mismo ocurre con ellos, al igual de lo que venga de ellos, sobre todo en los primeros años de vida cuando lo comprenden y aprenden como algo bueno.
Sin embargo, esta costumbre de darle “besos” en la boca de nuestros hijos puede resultar perjudicial, ya que se pueden hábitos y costumbres que normalmente se repiten de generación en generación y que a la larga puede generar inconveniente.
Es decir, de acuerdo a Alejandra Libenson, especialista en educación crianza y vínculos, explica al portal TN que un beso en la boca es un gesto de amor que no es malo en sí mismo. Pero depende quién lo dé, a quién y en qué contexto de relación. Los besos en la boca están más vinculados a la expresión de amor entre dos adultos que se aman. En una relación de pares y de simetría donde ambos eligen dárselos. Por lo tanto, si nosotros lo hacemos con un niño, esta simetría se rompe.
Esto se debe a que, la relación de padres, madres e hijos es un vínculo de asimetría y que tanto los grandes y los chicos tienen roles distintos. No es una relación de poder y autoritarismo, sino de cuidado. Por eso es recomendable ayudarlos a comprender estas diferencias buscando otros modos de expresar nuestro amor hacia ellos, sin confundirlos.
Esto implica fundamentalmente renunciar a ciertos deseos o placeres personales ya que existen otros modos más acordes a un vínculo de adultos con niños y más recomendables para su educación y cuidado.
Por ejemplo, el beso en el cachete, los abrazos, las cosquillas en zonas apropiadas, o un beso en la nariz. Son otras formas de relacionarse amorosamente y diferentes que marcan más aún que ellos son niños, y nosotros no.
No es suficiente explicárselos con palabras diciéndole que solo papá o mamá pueden, o los abuelos o los tíos, sino ejercer activamente este modo de relacionarse.