Hace poco más de un mes, la matemática estadounidense, Karen Uhlenbeck, recibió un mensaje de texto a su móvil: “¿Puedes aceptar una llamada telefónica desde Noruega, por favor?”. La mujer nacida en Cleveland hace 76 años, acababa de ganar el Premio Abel, dotado con unos 600 mil euros y considerado el Nobel de las matemáticas.
Luego de que 19 varones ganaran el premio de manera consecutiva desde que se creó tal reconocimiento, la Academia de Ciencias y Letras de Noruega, decidió por primera vez conceder el galardón a una mujer. “Todavía estoy abrumada y sorprendida”, contó emocionada la profesora del Instituto de Estudios Avanzados de Princeton.
La profesora estadounidense, ha revolucionado la ciencia en la encrucijada entre la física y las matemáticas. De hecho, sus ideas vanguardistas se han aplicado en campos como la teoría de cuerdas y la geometría del espacio-tiempo. ¿Su mérito? Todo lo ha logrado en un mundo, el de las matemáticas, “maravilloso y divertido”, pero que estuvo prácticamente vetado o prohibido para las mujeres, hasta que llegó ella.
Hace medio siglo, cuando comenzó a buscar trabajo, le espetaron que nadie contrataba a chicas matemáticas, porque debían estar en casa y tener bebés. Uhlenbeck, también profesora emérita de la Universidad de Texas en Austin, respondió a varias preguntas para un medio internacional.
"Las matemáticas son un precioso esfuerzo humano con ideas maravillosas. Es un lenguaje asombroso. Yo he disfrutado de verdad ser matemática. Y estoy muy contenta de que las matemáticas que he hecho hayan acabado siendo útiles", contó al ser consultada por el significado de las matemáticas para ella.
Karen también se pronunció al respecto de que mucha gente la ve como una mujer matemática y no solo como una matemática a secas, lo cual le disgusta.
“De hecho, no me gusta que me llamen 'mujer matemática'. Soy una persona matemática que resulta ser una mujer. Nunca me he sentido a gusto siendo la mujer matemática. Creo que les pasa a todas las científicas. No quieren ser vistas como la mujer o la negra o la estadounidense. Quieren ser valoradas por lo que hacen, por su propio trabajo”, sentenció.
Agregó que es duro ser un modelo a seguir y que lo importante de los modelos es mostrar que las personas pueden triunfar incluso con todos sus fallos y errores. “Hay que mostrar que no somos perfectos. Hay que inspirar a las mujeres jóvenes y que se den cuenta de que pueden conseguir lo que se propongan, aunque no sean perfectas”.
Finalmente, Uhlenbeck siente que está en deuda con la ola de feminismo. "Yo creo que el libro La mística de la feminidad, de Betty Friedan, fue el que realmente empezó el movimiento [en 1963] para que se permitiera a las mujeres hacer cosas fuera de su casa. En aquella época yo no quería pensar en el hecho de que se daba por supuesto que las mujeres no debían hacer matemáticas. Yo no quería pensar en el problema político, solo quería hacer matemáticas. Pero, en retrospectiva, le debo mucho a este movimiento".
Karen sigue muy agradecida por el premio Abel y afirmó que se lo debe a sus familiares, amigos y alumnos, que siempre apoyaron y reconocieron su esfuerzo.