Después de 17 años, el vestido de novia que utilizó la reina Letizia durante su boda con el príncipe Felipe es considerado como uno de los diseños más emblemáticos en la historia de la realeza española. Un atuendo memorable que generó gran expectativa y fue el comienzo del reinado de una de las referentes de estilo más destacadas del mundo royal.
Un 22 de mayo del 2004 Letizia Ortiz contrajo nupcias con Felipe de Borbón y le dio el sí al heredero del trono con un estilismo de aparente sencillez, pero con una profunda elegancia, en donde cada elemento se conectaba de forma natural gracias al laborioso trabajo de confección, obra del modisto español Manuel Pertegaz.
Así la periodista se puso en manos del diseñador turolense para dar con un diseño que vaya acorde al protocolo real - nada de extravagancias ni modernidades-, pero sin dejar de lado la belleza de los detalles. Ese fue el concepto clave del vestido pues se usó la sencillez del diseño, su principal fortaleza, para luego agregarle aplicaciones y símbolos que hicieran del atuendo un modelo insuperable.
Como resultado tuvimos un deslumbrante vestido elaborado en seda natural color blanco roto con la clásica silueta de princesa que entalló la cintura y el corpiño de Letizia para luego expandirse con una voluminosa falda que rodeó varios centímetros del entorno. Bordado en hilos de plata y de oro, el cuello del vestido con un escote en V le otorgó un halo de luz y brillo a su look. La pieza de mangas largas y puños con bordados florales también destacó por su extensa falda con una cola de 4.5 metros y un velo de organza que reunió una serie de elementos con un gran significado: la flor de lis, emblema de los Borbones, ya sea en versión vegetal como heráldica; tréboles que, además de buena suerte, representan el amor y el respeto; la espiga de trigo, que simboliza esperanza y abundancia; y madroños, el árbol de la ciudad de Madrid.
NO DEJES DE LEER: Maricarmen Marín realiza hit de moda con elegante vestido de gala con detalle en tendencia
La simbología, además, estuvo presente en otros aspectos de su estética. Por ejemplo, la Tiara prusiana que utilizó aquel día también lo llevó la reina Sofía en 1962 durante su boda con don Juan Carlos de Borbón, una joya en forma de lágrima realizada en platino y diamantes. En cuanto a su alianza de boda y su anillo de pedida utilizó un diseño de Suárez de oro blanco brillantes baguette. El valor del vestido se estima que estuvo entre los 6.000 euros, algo que se considera 'simbólico' pues los expertos valorizaron el diseño en unos 45.000 euros.