Cómo evitar el envejecimiento de la piel de la cara es un tema que se vuelve recurrente con el paso de los años; sin embargo, existen muchos más factores de los que creemos que inciden en la pérdida de elasticidad de la dermis y por tanto en la aparición de líneas de expresión u arrugas.
Al respecto, un estudio de la reconocida escuela de medicina de Harvard reveló algunas claves para entender el proceso que ocurre en esta zona de nuestro cuerpo y qué acciones deberíamos incluir en nuestra rutina.
Según el estudio de la mencionada casa de estudios la piel de nuestra cara tiene una cierta densidad cuando somos jóvenes gracias a que la producción de elastina y escualano es constante. Por tanto, cuando se forman algunas arrugas al fruncir el ceño o dormir, se disipan luego de unos minutos.
Con el tiempo la grasa de nuestra cara pierde volumen por lo que se acumula y se dirige hacia abajo. Así las partes que antes eran redondas tienden a hundirse y las que eran suaves se vuelven flácidas y se suelen engrosar la zona cercana al mentón y cuello, de acuerdo a los expertos de Harvard.
A pesar de que todavía muchas personas no poseen el hábito de usar protector solar durante todo el año, éste producto es un gran aliado del cuidado correcto de la piel pues el daño de los rayos UV son bastante letales para nuestro cutis.
“Gran parte del daño proviene de la parte UVA del espectro de luz, por lo que debe ponerse protector solar que lo proteja y la luz UVB, que causa quemaduras solares. Usar un sombrero de ala ancha también es una buena idea”, confirman especialistas en el mencionado estudio.
La sequedad en la piel también es uno de los principales factores que afectan en la aparición de arrugas en la cara. Para evitar no debemos descuidar nuestra alimentación y el consumo de agua, se recomienda dos litros como mínimo al día, pero que variará de acuerdo a nuestro peso y actividad física.
Además, aunque las cremas exfoliantes y humectantes servirán para nutrir y revitalizar la piel desgastada y apagada. No olvidemos incluirlas en nuestra rutina a diario. No lo decimos nosotras sino el propio estudio de Harvard.