La cifra de animales lesionados fue recogida este mes en un artículo publicado en la revista “Frontiers in Marine Sciences”, no es del todo nueva, porque son varios los trabajos que vienen advirtiendo desde hace años sobre la presión que las líneas de ferry de alta velocidad ejercen sobre los cachalotes en Canarias, en particular sobre los cachalotes.
De hecho, en 2016 una investigación de la Universidad de La Laguna lanzó una alerta inquietante al mencionar que mueren más animales cetáceos como los cachalotes en Canarias por colisiones con barcos que crías de esta especie nacen en esta zona del Atlántico, lo que a la larga puede comprometer la supervivencia de este cetáceo en las islas.
Sin embargo, faltaba por despejar una duda: ¿Todos los cadáveres de cachalotes que presentan traumas propios de la colisión con un barco perecieron por ese motivo o parte de los animales fueron atropellados cuando ya habían muerto por otra causa y flotaban a la deriva?
Y el asunto no tenía fácil respuesta, porque en muchos casos los cuerpos eran encontrados en tal grado de descomposición, que la necropsia no podía ser concluyente al respecto.
Diez expertos de las universidades de Las Palmas de Gran Canaria y Sau Paulo, encabezados por Marina Arregui y Yara Bernaldo de Quirós, publican ahora una técnica que permite resolver esas dudas por muy deteriorado que esté el cuerpo del animal cetáceo, a través del estudio de la embolia pulmonar grasa.
El estudio de los investigadores demuestran que las fracturas de huesos como las que produce una colisión con un buque liberan al torrente sanguíneo de los animales partículas de grasa que dejan su rastro en varios órganos, en particular en los pulmones. Pero eso solo se produce si su sangre sigue circulando, si su corazón bombea, es decir, si el cachalote ha sido arrollado en vida.
Aplicada esa técnica a 16 cuerpos de cachalotes sobre los que existían dudas sobre si habían sido atropellados en vida o ya muertos, porque aparecieron deteriorados o muy deteriorados entre los años 2001 y 2014, se ha demostrado que el 81 % sufrió una colisión con un barco en vida.
De los 16 casos a examen, trece eran crías o juveniles de ambos sexos y tres, ejemplares hembras subadultas. Más del 56% de los animales cetáceos arrollados aparecieron flotando en la costa oriental de Tenerife; el 18,75 %, en la costa oriental de Gran Canaria, y el 12,5 %, en la costa oriental de Fuerteventura.
Los autores subrayan de estos resultados dos aspectos: los puntos del archipiélago donde más cachalotes arrollados aparecen coinciden con las rutas más transitadas por ferries rápidos (barcos que desarrollan de 38 a 53 kilómetros por hora) y de alta velocidad (de más de 55 Km/h) y que el grupo de edad más castigado es el de las crías, lo que no es extraño, porque es conocido el papel de “guardería” que las aguas de Canarias desempeñan para este animal.
Al respecto, apuntan que quizás las crías corren más riesgo de ser arrolladas por los ferries porque aún no han desarrollado toda su capacidad de buceo y necesitan pasar más tiempo en superficie, además de porque nadan más lento que los adultos. En cuanto a los animales hembras, su peligro es permanecer en la superficie con su prole.
Cabe señalar, que este grupo científico recomienda que en Canarias se adopten medidas preventivas sobre el tráfico marítimo similares a las que Estados Unidos ha llevado a cabo en su costa Este en las zonas con mayor abundancia de animales cetáceos, que van desde imponer límites de velocidad a los ferries a reorganizar las rutas marítimas.