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09 Nov 2024 | 15:45 h

Las terribles consecuencias de comerse las uñas

Un hábito común que podría tener efectos mucho más serios de lo que imaginas.

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    Peligros de comerse las uñas.

    Comerse las uñas, una costumbre aparentemente inofensiva que afecta a millones de personas en todo el mundo, es mucho más peligrosa de lo que comúnmente se piensa. Aunque muchas veces se asocia con un simple hábito nervioso o una manía inconsciente, las consecuencias de esta práctica van mucho más allá de lo estético. Expertos advierten que el acto de morderse las uñas puede desencadenar una serie de problemas graves para la salud física y mental.

    Un hábito que daña más de lo que parece

    Comerse las uñas, también conocido como onicofagia, es un trastorno comúnmente asociado con el estrés, la ansiedad o la tensión emocional. Aunque en ocasiones es un comportamiento temporal, para otros puede convertirse en una adicción difícil de superar. Este acto aparentemente trivial, sin embargo, puede tener repercusiones duraderas en el cuerpo.

    1. Infecciones en las uñas y los dedos

    Uno de los riesgos más inmediatos de comerse las uñas es la posibilidad de sufrir infecciones. Al morderse las uñas, se expone la piel delicada alrededor de las cutículas a bacterias y gérmenes presentes en la boca, lo que puede resultar en infecciones dolorosas, inflamación e incluso abscesos. "Las bacterias en la boca pueden ser transmitidas a través de pequeñas heridas en los dedos, lo que facilita la entrada de patógenos y aumenta el riesgo de infecciones severas", explica la dermatóloga Mariana López.

    2. Daño irreversible a las uñas

    El daño físico a las uñas es otra de las consecuencias más evidentes de este hábito. Las personas que se muerden las uñas regularmente pueden terminar deformando su forma natural, provocando que crezcan de manera irregular. En casos más extremos, este hábito puede llevar a la pérdida parcial o total de las uñas, un problema que puede requerir tratamiento médico especializado.

    3. Problemas dentales serios

    No solo las manos y las uñas se ven afectadas. Las personas que se muerden las uñas con frecuencia pueden sufrir daños en sus dientes. Los bordes afilados de las uñas pueden desgastar el esmalte dental, provocar fracturas o incluso alterar la alineación de los dientes. "El contacto constante con los dientes puede generar desgastes en las piezas dentales, lo que, con el tiempo, puede generar problemas más graves, como dolor en la mandíbula o trastornos en la oclusión", explica el odontólogo Carlos Rodríguez.

    4. Trastornos gastrointestinales

    Aunque menos conocidos, los problemas digestivos también están asociados con la onicofagia. Al morderse las uñas, las personas pueden ingerir pequeñas cantidades de suciedad, bacterias o incluso objetos extraños que se encuentran bajo las uñas. Esto puede provocar infecciones estomacales, náuseas, vómitos o malestar abdominal.

    5. Impacto en la salud mental

    El daño físico que causa la onicofagia es solo una parte del problema. Este hábito también está estrechamente relacionado con el estrés y la ansiedad, y a menudo es una manifestación de estos trastornos. El ciclo vicioso de morderse las uñas como una respuesta al nerviosismo, seguido por sentimientos de culpa o vergüenza, puede afectar negativamente la salud emocional de quienes lo padecen. En casos más graves, la onicofagia puede estar asociada con trastornos más complejos, como el trastorno obsesivo-compulsivo (TOC).

    ¿Cómo dejar de morderse las uñas?

    Superar el hábito de comerse las uñas puede ser desafiante, pero no es imposible. Los expertos sugieren varias estrategias para romper con este comportamiento:

    • Terapia cognitivo-conductual: Ayuda a identificar y cambiar los pensamientos y emociones que desencadenan el hábito.
    • Uso de esmaltes amargos: Aplicar un esmalte de sabor desagradable en las uñas puede desincentivar el morderlas.
    • Técnicas de relajación: Aprender a manejar el estrés y la ansiedad mediante meditación, respiración profunda o ejercicio puede reducir la necesidad de recurrir a este hábito.
    • Cuidado de las manos y las uñas: Mantener las uñas bien recortadas y cuidadas puede hacer que sea menos tentador morderlas.

    Un llamado a la prevención

    Si bien el hábito de comerse las uñas puede parecer inofensivo o incluso gracioso, los expertos insisten en que no se debe subestimar sus efectos. Además de las consecuencias físicas y emocionales ya mencionadas, este hábito puede contribuir a la perpetuación de la ansiedad y el estrés, creando un círculo vicioso difícil de romper sin el apoyo adecuado.

    La clave está en reconocer a tiempo que el problema va más allá de la estética y buscar ayuda profesional si es necesario. No hay que esperar a que las consecuencias sean graves para tomar acción. Las uñas saludables y una mente tranquila son posibles; solo es cuestión de dar el primer paso hacia el cambio.