Cientos de brigadistas trabajan bajo el intenso calor para limpiar el petróleo derramado por Repsol hace 11 días. Las acciones de limpieza se realizan en una carrera contrarreloj mientras un buque tanque descargaba crudo en una refinería de la costa central.
Entre los brigadistas se encuentran militares, pescadores, y mujeres, quienes deben soportar el calor, los gases tóxicos, mientras visten trajes de protección, guantes, botas y mascarillas, y trabajan afanosamente en la limpieza de las playas de Ventanilla.
Ellos recogen el petróleo vertido en la arena y roqueríos y lo van almacenando temporalmente en piscinas de hule instaladas para este fin.
"Mi labor consiste en sustraer petróleo y llenar las tinas [piscinas]. Trabajar con petróleo es arduo, es complicado, se siente la sofocación con el sol", dijo a la AFP Jonathan Leandro, de 33 años, un pescador artesanal en la playa Cavero de Ventanilla, la más afectada por el derrame, que ahora se gana limpiando el crudo.
"Tengo miedo de poderme enfermar o absorber un poco de petróleo. Así tenga el equipo de protección que tenga, tengo miedo", admitió Leandro en una pausa de su ardua labor.
En las piscinas de hule amarillo de la playa Cavero de Ventanilla, se depositan unos 10.000 litros de petróleo por día, según responsables. Se estima que en el mar se derramaron unos 6.000 barriles de crudo (alrededor de un millón de litros) el pasado 15 de enero.
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En las aguas de la playa Cavero todavía se observa una mancha negra de crudo de unos dos kilómetros de largo por uno de ancho.
"Esta playa era muy linda, llena de algas y con muchas aves. Me duele mucho e indigna que la gente no se pueda ahora bañar", recordó el pescador, que fue contratado por una empresa que presta servicios a Repsol.
Para realizar la limpieza del mar, los brigadistas emplean una bomba y gruesas mangueras para depositar el crudo en las piscinas. También están provistos de palas, carretillas, así como de unas largas esponjas en forma de salchicha para contener el crudo en el mar.
Los roquedales de la playa se limpian manualmente con paños absorbentes especiales, a los que se adhiere el crudo pero no el agua.
Mientras se realiza las obras de limpieza a contrarreloj, en las afueras de la Refinería de Pamplilla de Repsol continúan las protestas por parte de pescadores que se han visto impedidos para realizar su oficio.
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"Mientras no se limpie el lodazal de petróleo van a seguir muriendo animales", dijo a la AFP uno de ellos que portaba un cartel que versaba: "Repsol hazte cargo".
La playa Cavero, conocida por sus aguas de color esmeralda, era muy concurrida cada verano austral por pobladores de Ventanilla y del vecino puerto del Callao.
"Es una frustración. Para nosotros es doloroso ver la playa como está, da miedo venir ahora", dijo a la AFP el brigadista Héctor Guillén, de 42 años.