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Murió de COVID-19 en la cama del hospital mientras organizaba el funeral de su esposo

Gail y John Evill eran propietarios en un reconocido bar en Reino Unido. El hombre había fallecido apenas unos días antes también a causa de la COVID-19. Únete al canal de Whatsapp de Wapa

Murió de COVID-19 en la cama del hospital mientras organizaba el funeral de su esposo
Gail y John Evill eran propietarios en un reconocido bar en Reino Unido. El hombre había fallecido apenas unos días antes también a causa de la COVID-19.

Una mujer falleció de coronavirus mientras estaba acostada en su cama de hospital organizando un funeral para su esposo, quien también había sido víctima de la COVID-19 días antes de este trágico desenlace. 

Gail y John Evill eran propietarios de The Conway Inn, un reconocido pub en Gales del Sur, Reino Unido, detalló el medio Daily Mail.

Días antes de Noche Buena, la mujer de 53 años y el hombre de 62 habían sido trasladados al Hospital Prince Charles en Merthyr Tydfil tras desarrollar graves problemas respiratorios. 

El sábado 2 de enero, el marido debió ser trasladado a la Unidad de Cuidados intensivos (UCI). Poco después, la esposa también fue trasladada al mismo centro médico, precisamente en el área en el que se encontraba su pareja y estuvo al lado de su cama mientras los médicos apagaban su respirador.

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El viernes 15 de enero, la viuda Gail tuvo el mismo destino y murió con coronavirus. Había pasado sus últimos días definiendo en una funeraria qué ataúd usar para John y con qué flores despedir a su compañero de vida.

El cajón se lo había pedido a una sobrina política en Somerset, que fabrica ataúdes con sauce. Quería que fuera especial. 

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Su último mensaje en Facebook decía: "Gracias a todos y cada uno de ustedes. Todavía estoy luchando contra este virus y espero estar en casa muy pronto".

La versión del cuñado

Charles Evill, cuñado de la mujer, reveló que a medida que su condición empeoraba, ella se negaba a ser llevada a la UCI.

"Me dio la impresión de que extrañaba demasiado a John y pensó: 'Ya es suficiente, quiero irme también'", manifestó el carpintero jubilado de 68 años.

De hecho, lo confirmó cuando Gail, que además sufría de asma, le dijo a una de las enfermeras de su sala que lo llamaran para avisarle que no quería pasar al área de cuidados intensivos.

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