Un reciente estudio científico arroja que la COVID-19 puede destruir la placenta de mujeres contagiadas por coronavirus y causar el fallecimiento de sus bebés. Los resultados de la investigación han impactado a la comunidad científica.
Un grupo de científicos de 12 países, estudiaron el tejido placentario y de autopsia de 64 mortinatos (fetos que fallecen en la segunda mitad de la gestación) y cuatro bebés recién nacidos que perdieron la vida luego del parto. Todas las pacientes eran mujeres no inmunizadas que se infectaron de coronavirus cuando estaban embarazadas.
Al respecto, el patólogo David Schwartz, autor principal del estudio, publicado el último jueves en Archives of Pathology & Laboratory, mencionó que su grupo de expertos quería indagar si la COVID-19 contagiaba y atacaba al feto, como ocurre con el virus del Zika.
No obstante, lo que hallaron los dejó conmocionados: el daño no estaba en el bebé en formación, sino en la placenta de la madre, que había sido infectada y destruida casi en su totalidad.
"Muchos de estos casos presentaban más del 90% de la placenta destruida, algo muy aterrador", acotó el autor del estudio.
La placenta se forma y se adhiere al útero durante la gestación. Brinda oxígeno y alimento al feto mediante el cordón umbilical.
El tejido de una placenta sana muestra un tono rojizo y esponjoso. No obstante, las muestras analizadas se encontraban rígidas, con decoloraciones oscuras de tejido muerto. Si bien otras enfermedades contagiosas pueden atacar la placenta, el especialista David manifestó que nunca las había visto generar una destrucción tan masiva.
Según lo que observaron los autores en todos los casos, el coronavirus posiblemente llegó a la placenta mediante el torrente sanguíneo, infectó las células susceptibles y causó una inusual respuesta inflamatoria que bloqueó el flujo sanguíneo y el oxígeno. Como resultado, se produjo el fallecimiento del tejido de la placenta y asfixia en el feto, revelaron los expertos.
Estos descubrimientos se encuentran en Internet con los datos compartidos el año pasado por los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC): entre marzo de 2020 y septiembre de 2021, los casos de mortinatos representaron el 1,26% de los alumbramientos en mujeres con coronavirus, mientras que para las pacientes saludables esa proporción fue 0,64%. Se determinó que había casi un doble de riesgo de muerte fetal por la enfermedad viral.
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Debido a que la investigación se dio antes de que empiece la expansión rápida de Ómicron por todo el planeta, no se puede concluir si el contagio por esta cepa conlleva el mismo riesgo de mortinatos.
Finalmente, los científicos estiman que la inoculación y los tratamientos antivirales pueden disminuir significativamente el riesgo de padecer estas complicaciones, pues ambas maneras de protección previenen la diseminación del SARS-CoV-2 en el cuerpo.