La pandemia del coronavirus terminó globalizándose a principios del año 2020. Fue entonces que las potencias mundiales iniciaron el duro camino de encontrar el medicamento que combata a dicho mal.
Rusia fue uno de los países que se puso en marcha y a inicios de agosto de ese año, anunció que había logrado confeccionar la vacuna Sputnik V, medicamento que sería utilizado masivamente para proteger a su población.
Así lo dio a conocer el presidente Vladimir Putin, quien estimaba que en octubre se iniciaría campañas de inmunización en todo el territorio soviético con el medicamento desarrollado por el Centro Nacional de Investigación de Epidemiología y Microbiología (Gamaleya).
Sin embargo, Rusia es el quinto país actualmente que ha registrado un mayor número de contagios (más de 7 millones 800 mil) y más muertes (217 mil), según los datos entregados por la Universidad Johns Hopkins de Estados Unidos.
Asimismo, en 13 de las últimas 17 jornadas, el país oriental ha registrado un récord de muertes diarias causadas por el COVID-19. El número del pasado viernes fue de 999 personas fallecidas.
Según ha informado la BBC, la población de Rusia muestra una resistencia a vacunarse con la Sputnik V, a pesar de que esta ha sido aprobada en América Latina: Argentina, Bolivia, Paraguay, Venezuela, Nicaragua, México, Honduras, Guatemala, Panamá, Ecuador, Brasil y Chile.
A pesar de que lotes destinados a la inmunización, los rusos han decidido no colocarselas. La última encuesta realizada el pasado 20 de agosto por Centro Levada, instituto especializado en estudios de opinión pública en Rusia, el 54% de los consultados indicó que no se podrá la vacuna si no es obligatoria, mientras que un 38% refirió que si lo haría.
"Ciertamente, las cifras (la tasa actual de mortalidad por covid-19) son terribles. Es alarmante. La principal razón son los bajos niveles de vacunación", expresó el vocero del Kremlim, Dmitry Peskov, el pasado 5 de octubre.
"Muchos no se han vacunado no porque sean convencidos antivacunas, sino porque han decidido esperar", comentó la antropóloga Alexandra Arkhipova, investigadora principal del Instituto de Ciencias Sociales de la Academia Presidencial Rusa de Economía Nacional y Administración Pública.
Según explicó Arkhipova, la actitude de los rusos tiene que ver con su historia. "En la época soviética, a los padres no se les permitía evadir las vacunaciones. Por ello, la negativa a vacunarse era una forma de disenso y, debido a ello, en algunas familias de la intelectualidad esto era aceptado e incluso estimulado", detalló a la BBC.
"Mucha gente dice que no está lista para vacunarse porque no confían en la forma como se diseñó la Sputnik V. Ellos están extremadamente molestos por la falta de información acerca de cómo se hizo, cuáles fueron sus efectos secundarios, cuánta gente enfermó, cuán severa o suave fue la enfermedad, cuántos de los vacunados fueron hospitalizados, etc", agregó.
Finalmente, Arkhipova acotó que en Rusia no se ha logrado desarrollar protocolos de vacunación para las personas que sufren distintas enfermedades, algo que ha dificultado el trabajo de los médicos y que también sirve de preocupación para los pacientes.
"Simplemente es muy intimidante para un médico asumir la responsabilidad de recomendar las vacunas. Con frecuencia ellos no saben exactamente cómo la vacuna va a afectar la enfermedad de su paciente. Es mucho más fácil decir: no te vacunes", concluyó.