El médico Gustavo Villar (51) sabe bien lo que es estar en "ambos lados de la moneda". Batalló con la COVID-19 junto a sus padres, con patologías preexistentes, y además, atiende a cientos de pacientes que lo contactan a través de la Fundación Respirar. El tratamiento consiste en nebulizaciones de ibuprofeno inhalado.
Hace 15 días, le empezaron a doler las piernas y la cabeza mientras atendía a sus pacientes. Pensó que el dolor muscular se debería a que había estado haciendo esfuerzo físico pero, cuando se midió la saturación, el valor estaba muy por debajo de lo normal: tenía 91, cuando lo normal es 98 o más. Automáticamente, se dio cuenta de que se había contagiado con el coronavirus y fue el momento preciso para aplicarse el tratamiento que a diario le brinda a sus pacientes.
“Ese domingo, había hecho esfuerzo físico y venía durmiendo mal, porque mi teléfono explota a toda hora porque los pacientes que llaman por el tratamiento. Ese martes, tuve dolor de cabeza y mialgias, así que me saturé y estaba en 91. Me quedé aislado, me nebulicé y me recuperé. Me di cuenta del cuadro al cuarto día de evolución y, con esa saturación tan baja, no hacía falta hacerme una tomografía porque era obvio que estaba con una neumonía instalada”, le explicó a Infobae.
“Me nebulicé durante 6 días y me recuperé. Ahora, sigo con tratamiento preventivo y me hago una nebulización diaria para terminar de desinflamar el pulmón. Por eso, el ibuprofeno inhalatorio también puede usarse para la recuperación del tejido pulmonar en aquellos pacientes que han superado el COVID-19, pero han quedado con los pulmones con fibrosis, que es una de las principales secuelas de esta enfermedad”, detalló.
Una de las complicaciones más temidas por COVID-19 son las cardiológicas. Al principio del cuadro, Gustavo desarrolló una miocarditis, pero con la medicación oral que se suministró la pudo controlar. Dijo que nunca sintió miedo y que confío en el tratamiento porque lo usa a diario, incluso en pacientes de avanzada edad. “Nebulicé a pacientes de 92 años con neumonía por COVID-19 y hoy están bien”, acotó.
Mientras se recuperaba, aislado en su habitación y haciéndose las nebulizaciones, estaba contento porque veía que evolucionaba favorablemente pero, por otro lado, se sentía triste y contrariado por no poder ayudar a muchas personas con esos mismos cuadros de salud.
“Me quedé con una sensación ambigua, porque sentía que yo tengo algo que los demás no tienen. Mi habitación está frente a una de las Unidades de Pronta Atención (UPA) y, por la ventana, veía permanentemente la llegada de las ambulancias… Me ponía a pensar que, teniendo el producto en mis manos, no puedo ayudar a nadie porque no nos dejan entrar a los hospitales, ya que aún no lo aprobaron. Es una sensación muy fea. El tratamiento tiene un muy buen perfil de seguridad y de respuesta”, aseguró.
Hoy integra la Fundación Respirar, donde apoya el proyecto de ibuprofeno nebulizable, un tratamiento pendiente de aprobación por la ANMAT y que mostró buenos resultados en los más de 10 mil pacientes que ya la recibieron. La persona es tratada en su domicilio y se aplica para normalizar la saturación del oxígeno en sangre.
“Hoy, veo que las evoluciones son mucho más rápidas que el año pasado y que los contagiados son más jóvenes. Tuve pacientes internados con 40 años y uno falleció con 45. Presentaba una patología respiratoria previa y cuando comenzó el tratamiento ya era tarde. El mejor momento para aplicarlo es al inicio de la enfermedad, apenas das positivo. También, puede hacerse de manera preventiva en personas con factores de riesgo, y se realiza con una baja cantidad de nebulizaciones”, precisó.
“Ayer, le di el alta a un matrimonio mayor que se contagió de COVID-19 y me contactó hace 10 días. El hombre tiene 72 años, es diabético tipo II y padece de enfisema. Desarrolló un cuadro de neumonía bilateral: tenía la saturación en 86 y la ambulancia no llegaba por el colapso del sistema. A los dos, los saqué adelante con las inhalaciones de ibuprofeno nebulizable. Ahora, solo tienen que hacerse los controles, pero ya están perfectamente recuperados”, narró el médico.
En enero pasado, sus papás también se convirtieron en sus pacientes, después de haber recorrido algunos sanatorios para realizarse todos los chequeos de control anual que la cuarentena no les había permitido hacerse.
“Los llevé rápido a hisopar y dieron negativo, pero empezaron a saturar mal en su casa. Así que los consideré como un falso negativo y los traté con ibuprofeno. Cuando los auscultaba, escuchaba ruidos pulmonares bilaterales. Desarrollaron neumonía, pero con el tratamiento no hubo necesidad de internarlos, ni tuve que conseguirles oxígeno suplementario, porque los levanté con las nebulizaciones”, argumentó.
Gustavo eligió no inocularse y ni siquiera se anotó para recibirla. “No estoy vacunado porque estadísticamente no soy población de riesgo y, además, tengo una alternativa válida para tratarme, cuya eficacia quedó demostrada cuando me contagié. Esa vacuna tiene que ir al brazo de un anciano, no al mío. No es para mí, aunque sea médico. Hay una prioridad, que es vacunar a la gente grande y con factores de riesgo”, aseveró.
El profesional advierte que, con las nuevas cepas, los cuadros actuales evolucionan mucho más rápido, a diferencia de lo que ocurría en 2020.
“Ahora, los pacientes empeoran en 4 días, son más jóvenes y colapsan el sistema de salud. Por eso, con el uso del ibuprofeno inhalatorio el sistema podría descomprimirse, ya que no es una cura pero es una herramienta para aplicar de manera masiva, barata, de fácil traslado y sin necesidad de refrigeración. Es una ventaja para un país pobre como el nuestro. Nosotros monitoreamos la evolución del paciente, así que termina siendo una internación domiciliaria con monitoreo diario y a distancia, pero de modo continúo”, precisó.
El médico lucha porque las autoridades le presten atención al tratamiento que propone en la lucha contra la COVID-19, ya que sostiene que puede cambiar la historia de la pandemia debido a su facilidad de aplicar, cualquier persona lo puede usar en su casa y es gratuito. Equivale a la atención primaria de la salud y, así, el sistema sanitario podría descomprimirse porque el paciente se puede nebulizar en su domicilio, sin la necesidad de estar internado.
“¡La gente se está muriendo ahogada y se está muriendo ahora! Lo que viene es muy feo (..) La falta de oxígeno, los hospitales colapsados, los médicos que ya no dan más y que hace un año no tienen vacaciones (..) Es la tormenta perfecta. Con esto, se pueden descomprimir las terapias intensivas y las guardias. Tenemos algo en la mano que puede ser una herramienta invaluable y lo vimos en todas las provincias que lo usaron. Es un producto que puede cambiar la historia de la pandemia. Estoy muy convencido porque, además de usarlo con los pacientes, lo usé conmigo, con mis padres y con mis amigos”, expresó Gustavo.
A pesar de que un paciente internado pueda expresar su deseo de recibir el tratamiento o, en el caso de que la persona se encuentre conectada a un respirador y sus familiares se presenten con el consentimiento informado, no hay manera posible de que el profesional pueda ingresar a los hospitales para hacer las nebulizaciones, mientras no se apruebe su uso.
“El tratamiento es gratuito. Lo dona la fundación y no tiene costo. Nunca se pensó en lucrar con esto. Tratamos de que no se interne a los pacientes, porque después no podemos entrar a los hospitales a nebulizarlos”, aclaró ante una posible desinformación.
Por último, el profesional de la salud indicó que Argentina no tiene experiencia en el uso compasivo de medicamentos y que es la primera vez que se enfrentan a una pandemia.
“Muy pocas provincias han firmado el uso compasivo ampliado de este tratamiento. Para momentos esenciales, se necesitan medidas espectaculares. Hay que hacer algo rápido: o nos demuestran que ésto no sirve, o nos dicen que lo hagamos. Pero mientras tanto, la gente se muere en los hospitales. Los muertos no tienen dosis tóxicas: si están preocupados por lo mal que les puede hacer un fármaco, primero deberían ocuparse de que el paciente no se muera”, finalizó Gustavo Villar.
Son una extensa familia de virus que pueden causar enfermedades tanto en animales como en humanos. En los humanos, se sabe que varios coronavirus causan infecciones respiratorias que pueden ir desde el resfriado común hasta enfermedades más graves como el síndrome respiratorio de Oriente Medio (MERS) y el síndrome respiratorio agudo severo (SRAS).
Es la enfermedad infecciosa causada por el coronavirus que se ha descubierto más recientemente. Tanto el nuevo virus como la enfermedad eran desconocidos antes de que estallara el brote en Wuhan, China, en diciembre de 2019.
En medicina, es un término para describir el aislamiento de personas o animales durante un período de tiempo no específico como método para evitar o limitar el riesgo de que se extienda una enfermedad, o una plaga.
Desde que comenzó la pandemia, la Organización Mundial de la Salud (OMS) sugirió el uso de la mascarilla, lavado frecuente de las manos y respetar el distanciamiento social para evitar llevar el SARS-CoV-2 a casa.