La ansiedad es una condición que no solo afecta a los adultos; menores de diversas edades también la padecen por diversas causas como el miedo.
Según EsSalud, la fobia escolar afecta a 3 de cada 10 estudiantes, con mayor frecuencia a quienes tienen entre 3 y 4 años de edad por el inicio de la etapa escolar.
Ricardo de la Cruz, psicólogo de Ediciones Corefo, nos enseña cómo identificar los síntomas de la ansiedad.
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La ansiedad se manifiesta primero con alteraciones en la forma de ser del niño. Si comienza a mostrarse muy angustiado, temeroso, inquieto o agitado ante situaciones que antes no le incomodaban, hay que estar alertas. Esta condición puede estar directamente relacionada con la baja autoestima de su hijo o con alguna situación de estrés que le pueda estar causando.
Principalmente miedo al abandono. Por ejemplo, el niño teme que el padre no regrese a casa, muera o se separe de la mamá. Después, tiene temor de ir al colegio y su primer día de clases es complicado. También sufre temores nocturnos como el miedo a la oscuridad. A veces el sentimiento es tan grande que puede llegar a orinarse en la cama.
Si el niño ya no puede dormir a su hora habitual y comienza a sufrir de insomnio, es posible que tenga ansiedad. Asimismo, puede presentar dificultades para expresarse y alteraciones en el apetito. Este último puede disminuir en gran medida o aumentar desproporcionadamente. Si el pequeño comienza a pedir raciones más grandes que de costumbre, come muchas golosinas entre comidas o pierde el apetito, estos podrían ser un posible signo de ansiedad.
La relación violenta o conflictiva de los padres puede ser un detonante. Por ejemplo, si la pareja se divorcia y uno de ellos utiliza al niño para que tome posición a favor de uno de ellos, el pequeño sufrirá estrés y posteriormente ansiedad. El bullying escolar y el maltrato infantil dentro del hogar también generan estrés. Una enfermedad, accidente o muerte de un ser querido o incluso de una mascota pueden generar un trastorno ansioso.
Un cuadro ansioso puede generar una disminución en el rendimiento académico del niño en etapa escolar; los padres deben estar atentos a estos cambios. Si la ansiedad no es tratada a tiempo, tendrá una adolescencia más complicada y puede llegar a convertirse en un adulto inseguro con problemas de autoestima y con dificultades para relacionarse bien con los demás.
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En promedio, un niño puede sufrir de ansiedad a partir de los dos años y medio o tres años de edad. Cuando se tengan sospechas hay que llevarlo a un especialista.
Desde casa también se pueden tomar medidas como: evitar manifestar sus discusiones como pareja o con familiares, en presencia de los niños, no hay que exponerlos a situaciones que puedan ser percibidas como amenazantes.
Lo mejor que se puede hacer es darles apoyo y afecto constante para el desarrollo de su autoestima. Tener una buena autopercepción de nosotros mismos, influye positivamente sobre nuestro desempeño, el logro de nuestros objetivos, nuestra relación con los demás, con nuestra familia y con el mundo, permitiéndonos vivir de una forma más plena.