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23 Jun 2019 | 11:00 h

Revisa los octógonos y toma mejores decisiones sobre tu alimentación

Tomar conciencia de lo que comemos.

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    Por: Karen Herrera

    La obligatoriedad del etiquetado con octógonos entró en vigencia esta semana y ya puedes reconocer qué productos tienen alta presencia de sodio, azúcar, grasas saturadas y grasas trans. Conversamos con la nutricionista Sara Abu-Sabbah sobre cómo esta disposición puede ayudarnos a mejorar la calidad de nuestra nutrición.

    ¿Cómo beneficia esta norma a los consumidores?

    Ganamos la oportunidad de evaluar de forma sencilla lo que consumimos, elegir mejor y prevenir, pues este sistema permite que identifiquemos rápidamente si estamos ingiriendo algo que en exceso es perjudicial para la salud. Tenemos poca costumbre de leer las tablas nutricionales de los empaques, y dado que estas suelen presentarse de forma compleja, no sabemos ni qué comemos. Con esta norma podemos ser más conscientes de cómo nos estamos alimentando.

    Muchas veces ni siquiera nos fijamos en los ingredientes...

    Claro. Por ejemplo, uno podría creer que porque una etiqueta dice “galletas integrales” estamos consumiendo algo sano, pero estas podrían contener altos niveles de grasa. Los octógonos son un complemento informativo que nos alerta de forma más clara para decidir si dejamos de consumir determinados productos o lo hacemos con menos frecuencia para proteger nuestra salud.

    ¿Por qué la advertencia es solo para alimentos procesados?

    La OMS dice que los alimentos naturales (frutas, verduras, carnes, lácteos) no son el problema. Claro, obviamente debemos comerlos de forma balanceada. Pero el problema sí está en los productos procesados porque, si bien pueden provenir de un alimento natural, han sufrido una transformación que altera su composición y hace que tengan una alta concentración de ciertos componentes. Y lo peor es que esto puede ser imperceptible porque muchas veces los aditivos del procesamiento disimulan los sabores.

    ¿En qué casos?

    Por ejemplo, puedes llevar galletas de vainilla en tu lonchera sin saber que podrían tener alta concentración de sodio (componente de la sal), pero no te das cuenta porque no sientes el sabor salado. Y luego sigues comiendo cosas saladas a lo largo del día, sobrepasando el límite de lo recomendable, que no es más de una cucharadita pequeñita de sal al día (3 gramos). Se estima que algunas personas consumirían hasta 9 gramos de sal diariamente. Eso es un exceso porque sabemos que, si uno consume mucho sodio durante 10 años, tiene alta probabilidad de sufrir de presión alta. Ni siquiera tiene que tener sobrepeso, ni ser sedentaria.

    ¿Pasa también con el azúcar?

    Claro. Las personas necesitamos glucosa, pero no es necesario consumir productos azucarados para contar con ella. Nuestro cuerpo puede obtenerla, por ejemplo, a partir de los carbohidratos (papa, camote, etc.) que al ser digeridos se convierten en glucosa progresivamente. El problema es que cuando ingieres productos con alta concentración de azúcar agregada, le das a tu cuerpo mucha glucosa de forma muy rápida, lo cual provocará un desequilibrio, hará trabajar más al páncreas, generará cambios de comportamiento (sobre todo en niños) y provocará la necesidad de consumir más azúcar, entre otros perjuicios de largo plazo.

    Van a ser una referencia práctica para tener

    mayor control de lo que comemos y muy útil para personas con diabetes, hipertensión, etc.

    Sí, y de hecho la norma se hará más estricta en los próximos años, por lo que algunos productos que hoy no están etiquetados con octógonos lo estarán dentro de poco. Esto no ha sucedido de inmediato, pues la idea es que la adecuación a la norma se haga de forma gradual. Otro detalle a tener en cuenta es que los envasados pequeños no llevan octógonos. Es algo que se debe ir corrigiendo.

    Ahora bien, la buena alimentación no resuelve todo. Debemos tener claro que debe acompañarse de buenos hábitos, actividad física y otras prácticas saludables.

    ¡Peligro! contiene grasas trans

    En el caso de las grasas trans, el etiquetado con octógonos es más severo que en los otros, pues exige que se acompañe de la frase “Evitar su consumo”. Esto a diferencia del sodio, el azúcar y las grasas saturadas, en cuyos etiquetados se exige usar la frase “Evitar su consumo excesivo”.

    Este énfasis es importante, pues está demostrado que las grasas trans “oxidan” nuestras células, promoviendo su envejecimiento, lo que a largo plazo puede ocasionar enfermedades degenerativas como el cáncer, el Alzheimer, la esclerosis, entre otras.

    Las grasas trans son un tipo de nutriente que existe de forma natural en algunos alimentos, por ejemplo, las carnes o la leche. Pero hay un tipo de grasa trans que es producida industrialmente y es dañina. Esta proviene de un insumo natural (como el maíz, el girasol, etc.), cuya grasa insaturada es alterada mediante el proceso de hidrogenación para que pueda conservarse por más tiempo.

    Es el caso, por ejemplo, de la margarina, que se consideraba menos perjudicial que la mantequilla por tener menos valores de colesterol, pero que contiene grasas trans que pueden ser muy perjudiciales para la salud. Eso no significa que si comes margarinas vas a sufrir enfermedades degenerativas, sino que el consumo excesivo y frecuente de grasas trans eleva el riesgo de padecer las patologías antes mencionadas.

    Efectos sobre el cuerpo

    Un producto alto en sodio: hipertensión arterial crónica, fallas cardiacas y renales.

    Un producto alto en azúcar: enfermedades al hígado, resistencia a la insulina, diabetes, alteraciones en el estado de ánimo.

    Un producto alto en grasas saturadas: acumulación de grasa en el cuerpo, altos niveles de colesterol, infartos de corazón y cerebrales.

    Un producto alto en grasas trans: colesterol no saludable y enfermedades cardiovasculares.

    Sara Abu-Sabbah

    Es una reconocida especialista en Nutrición y Dietética, magíster en Ciencias Básicas Médicas con mención en Bioquímica y docente universitaria. Es autora del libro Pregúntame sobre nutrición infantil (2010), del libro Loncheras saludables (2019) y especialista del libro Loncheras, recetas prácticas, saludables y deliciosas (2017).

    FB: @SaraAbuSabbah

    IG: @saraabusabbah