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08 Sep 2018 | 15:03 h

Malala, de bloguera anónima a Premio Nobel de la Paz

Malala, a los 13 años, una niña se alzó contra los extremistas talibanes y exigió lo que le correspondía: el derecho de ir a la escuela. Ahora sigue con su lucha.

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    Malala Yousafzai es la ganadora más joven del Premio Nobel de la Paz, lo recibió en el 2014 con apenas 17 años. Fue reconocida por su lucha cuando a los 14 se rebeló contra los terroristas en Mingora, Pakistán, por el derecho de ella, sus compañeras y todos los niños a la educación. El comité noruego remarcó que la activista es la prueba de que chicos y jóvenes pueden lograr grandes cambios en sus comunidades a pesar de la corta edad.

    Los talibanes tomaron control de muchas ciudades en el valle del río Swat hace una década. Ellos estaban en desacuerdo con la cultura occidental y habían prohibido tener televisores en casa y escuchar música. Hombres y mujeres eran azotados en las calles por desobedecer, pero lo que más afectó a Malala fue ver cómo sus amigas no volvían al día siguiente a la escuela. Las mujeres tenían prohibido estudiar.

    Alentada por su papá, empezó a escribir un blog bajo el seudónimo de Gul Makai para la BBC en el cual comentaba cómo era vivir bajo el régimen de Tehrik-e-Talibán Pakistán. El Ejército del país y el grupo armado se disputaban el territorio mientras la pequeña Malala anotaba en su libreta todo lo que veía y sentía:

    “Tuve un sueño terrible ayer con helicópteros militares y los talibanes. He tenido esos sueños desde el lanzamiento de la operación militar en Swat. Mi madre me hizo el desayuno y me fui a la escuela. Tenía miedo de ir a la escuela porque los talibanes han emitido un edicto prohibiendo a todas las niñas que asistan a las escuelas. Solo 11 de los 27 alumnos asistieron a la clase porque el número se redujo a causa del edicto de los talibanes. Mis tres amigos se han mudado a Peshawar, Lahore y Rawalpindi con sus familias después de este decreto”, escribió Malala Yousafzai, el 3 de enero de 2009. Entrada del blog de la BBC

    Poco a poco empezó a adquirir mayor valor y decidió hablar en público sobre los atentados en las escuelas. Utilizó la fama que ganaba cada día para hacer un llamado a la acción, pero esto también hizo que los extremistas supieran acerca de ella.

    Una mañana, mientras conversaba con sus amigas en el bus camino a la escuela, unos hombres detuvieron el carro. Portaban armas y tenían una mirada intimidante. Preguntaron quién era Malala y procedieron a dispararle repetidas veces. Una de las balas cayó en el lado izquierdo de su cabeza. Diez días después, despertó en un hospital en Reino Unido con la amenaza de los talibanes de matarla.

    Sin embargo, esto no detendría su activismo. Inició una fundación con su mismo nombre con el objetivo de que todos los niños, de distintos países y continentes, tengan acceso a la educación. Desde entonces, ella viaja por todo el mundo para conocer a niñas y adolescentes que están luchando contra la pobreza, guerras, matrimonio infantil y la discriminación en los colegios. La fundación Malala quiere que las historias de estas jóvenes sean difundidas, y apoya a los educadores y activistas de los países menos desarrollados.