Los zuecos de madera tan populares aún hoy en zonas rurales del Galicia, Asturias o Cantabria se adaptan a las tendencias actuales gracias a la labor de artesanos que han sabido cómo evolucionar y revolucionar el mercado.
Así lo confirma Elena Ferro, reciente ganadora del Premio Nacional de Artesanía 2019 y responsable de la firma Eferro, fundada en 1915 por su abuelo, y que hoy ella, tercera generación, lidera pensando en que quizá haya una cuarta, en esta ocasión, cediendo el testigo a su sobrino, para que continúe la saga.
Esta artesana pontevedresa advierte de que para evolucionar del zueco tradicional al actual, más adaptado "a pisar terrenos como el asfalto y las aceras", tuvo que hacer cambios que lo actualizaran.
"El zueco tradicional gallego, diferente a otros del norte de España, estaba en desuso" y se utilizaba para caminar en terrenos mullidos como el campo. A partir de ahí, en sus estanterías se pueden ver coloridos estampados y zuecos con diferentes tipos de tacones y plataformas. Para Ferro lo más importante era trasladar "comodidad y diseño" a las nuevas propuestas. "Si el diseño es bueno, pero no es cómodo, no habría avanzado ni me hubiera posicionado en el mercado".
Precisamente, el jurado que le otorgó el premio nacional resaltó el hecho de que hubiera conseguido "resignificar un calzado tan tradicional sin arrebatarle su esencia".
Con ese objetivo y quince años de "experimentos" han dado como resultado cambios que han llevado a Eferro de ser una empresa familiar a un pequeño taller de diez personas. "Que es mucho para nosotros".
Estos zuecos de base de madera y con la parte superior de cuero y piel, se diferencian mucho de los usados en las zonas de montaña asturiana y cántabra.
"Nuestra mayor innovación es que se trata de zuecos flexibles, y aunque la base es de madera llevan una goma que la corta para que se adapten mejor a la pisada", explica la artesana quien añade que también hacen diseños veganos, que no llevan ni cuero ni piel "para aquellos clientes que así lo prefieran".
Reconoce que las redes sociales les ayudaron a darse a conocer fuera de Galicia con montajes y fotografías divertidas, "que la gente compartía y comentaba" y de esa manera, rápidamente, triplicaron su número de seguidores.
Lo que viene a confirmar que la "artesanía no está reñida con la innovación", según la diseñadora, quien añade que ya no vivimos en los años 50 ó 60 "hay que utilizar la tecnología que tenemos en nuestras manos" para adaptarse al mundo de hoy.
Asegura que su intención es vender y para ello procura que, a pesar de ser un calzado artesano, el trabajo sea ágil para que el "precio no se incremente". "No podemos confeccionarlos de la misma manera que hace cincuenta años".
Para la creadora es importante que no sea un calzado "prohibitivo porque se trata de un calzado humilde, que salió del campo, y quiero que los costes sean lo más asequible posible, a pesar de ser un trabajo hecho a mano".
El grueso de sus ventas se concentra en Galicia, especialmente, pero también en otros puntos de España y en Europa en general.
Como curiosidad cada modelo lleva el nombre de una aldea gallega, "una forma de honrar los lugares de nuestro entorno" y que la gente agradece, concluye Elena Ferro.
Con información de: Agencia EFE