Artesana, atemporal, duradera, de calidad y responsable con el medioambiente. Así es la moda confeccionada a fuego lento, lo que se conoce como 'slow fashion', un concepto que en España siempre ha estado vinculado al acervo artesano y al patrimonio cultural y hoy se conoce como el nuevo lujo.
Slow fashion' es ropa confeccionada a mano, duradera y de calidad, ha explicado el último viernes el presidente de la Asociación Creadores de Moda de España (ACME), Modesto Lomba durante el desayuno durante una entrevista.
Pero además esta moda, añade Pepa Bueno, directora ejecutiva de ACME, es "responsable con el medioambiente": reduce los residuos de la industria textil, utiliza los recursos de la economía local, -materiales y de mano de obra-, y pone en valor la cultura nacional.
Para Margarita Ruyra de Andrade, fundadora de Es Fascinante, portal de venta en Internet que apuesta por la moda "slow" española este concepto está ligado a la sostenibilidad de la naturaleza y a una economía local que ofrece mayores recursos a los artesanos y lucha contra despoblación rural.
"La 'slow fashion' es una inversión", dice Valentina Suárez-Zuloaga, cofundadora de Es Fascinante, quien asegura que esta tendencia baja el ritmo de consumo y es mucho más "inteligente y responsable" invertir en piezas buenas de calidad que comprar más por menos dinero.
"La 'slow fashion' es una inversión", dice Valentina Suárez-Zuloaga, cofundadora de Es Fascinante
"Cuando se habla de artesanía en la moda se está hablado de cultura, de transmisión de conocimientos de generación en generación", ha dicho el diseñador Leandro Cano, para quien la artesanía es el "nuevo lujo".
"La artesanía pone en valor la cultura nacional y local, empodera nuestra diversidad cultural", considera Ruyra de Andrade, una reflexión que también comparte Luis Torres, artesano ceramista que aprendió el oficio gracias a su padre, un alfarero tradicional.
Sin embargo, este joven ceramista ha ido más allá, uniendo artesanía y diseño para ofrecer un producto contemporáneo, adaptado a los nuevos tiempos, pero "preservando el patrimonio cultural", añade Torres, que reivindica la necesidad de un apoyo institucional.
"Lo que está claro es que la artesanía necesita tiempo y conocimiento", dice Lomba, que percibe que el consumidor vive en una pura "contradicción".
Por una parte, quiere "cuidar el medioambiente y su salud", por otro consume de forma "irresponsable" pasando por alto las condiciones laborales de los trabajadores, el deterioro del planeta o los residuos que puedan generar el consumo compulsivo de prendas.
Ante esta situación de desorientación de consumo, la joven Valentina Suárez-Zuloaga cree que es necesario y muy importante educar a las nuevas generaciones en "compra responsable".
Aunque hasta hace muy poco el diseño y la confección lenta y de calidad solo estaba en boca de personas con más de 40 años, hoy en día es habitual entre los más jóvenes. "Se están empezando a concienciar, tenemos el deber de educarles", añade Suaréz-Zuloaga, quien asegura que "esta moda, aunque sea más cara, a la larga compensa".
La industrialización ha normalizado la mala costura, con deficientes acabados y pésimos tejidos, "que van en contra de la ética profesional", dice el presidente de ACME, quien asegura que "el gran consumo no tiene valores, la artesanía sí".
Los hábitos de consumo desbordado nos han conducido a una mala praxis en la que se compra sin necesidad. "La democratización de la moda también tiene que hacer pensar a la sociedad para adoptar nuevos hábitos de compra", señala Luis Torres.
La moda lenta no debe de ser masiva, al contrario "tiene que ser de consumo reducido, porque su elaboración implica tiempos de espera" dice Suárez-Zuloaga, quien reconoce que "no es una moda para todo el mundo".
En esta sociedad en la que prima la moda pronta, el diseño y la confección de calidad son una oportunidad de negocio no ajena a la picaresca porque cualquiera se "sube al carro" y empieza a aparecer el "intrusismo", dice Leandro Cano, para quien la moda lenta es artesana, con piezas únicas que van ligadas a la "exclusividad".
EFE