El cuidado de piel ha crecido en los últimos años. Somos más conscientes de la importancia de usar el protector solar, de hidratar nuestra piel diariamente y de desmaquillarnos antes de irnos a dormir.
Sin embargo, toda esta información (alguna sin estudios científicos) ha generado un exceso de productos en el mercado, y así poco a poco vamos acumulando cremas, serums, mascarillas, y demás. ¡Y solo usamos muy poco!
Así que... al igual que cada cierto tiempo revisamos lo que nos sirve o no en el armario, lo mismo haremos con nuestra rutina de skincare. Sigamos el estilo de Marie Kondo y quédate sólo con lo que verdaderamente usas y necesitas.
¡Mira esta guía y toma nota!
Limpiador: Para este tipo de pieles lo mejor son las fórmulas cremosas. Será imprescindible que tu limpiador sea lo más gentil y que no tengas que restregar tanto la piel.
Serum: El serum es como un hidratante más profundo. Busca uno que contenga ácido láctico o hialurónico.
Hidratante: Evita la evaporación del agua (hidratación natural) que tienes. Entre más denso mejor.
Limpiador: Si tu piel tiene tendencia al acné, busca un limpiador en gel para descongestionar los poros y con propiedades antiinflamatorias.
Hidratante: ¡No te saltes este paso! Busca unos con propiedades calmantes y reparadoras.
Tratamiento de acné: Si te lo recomienda tu dermatólogo, mucho mejor. Te atudaran a combatir los molestos brotes cada vez que aparezcan.
Limpiador: Leche limpiadora, ni tan pesado ni tan ligero.
Serum tratamiento: Si tienes problemas específicos (manchas, líneas de expresión pronunciadas o poca elasticidad) busca un serum que atienda estas necesidades.
Hidratante: Siempre se usa. Busca la que más te acomode.
Por último, recuerda que el último paso siempre es aplicarte una capa de bloqueador. Importante para combatir el envejecimiento prematuro, manchas y sobretodo, cáncer.