La reina Isabel II de Inglaterra partió a la vida eterna. La gran dama de Gran Bretaña se caracterizó por ser ‘pet friendly’ y entre sus fascinaciones estaban los perros de raza Corgi galés de Pembroke.
Las mascotas de dicha raza pasaron por el palacio de la reina por 14 generaciones. Los perritos que marcaron a la población inglesa fueron Susan, Honey y Willow. Esta última tuvo que ser sacrificada por tener cáncer.
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Willow se encargó de cerrar una era de perritos de la Casa Real. Según el entorno más cercano, la partida de la mascota afectó sentimentalmente a la monarca.
La historia entre los Corgi galés e Isabel II empezó cuando ella tenía cinco años de edad. Su padre le regaló una hembra, a la que llamó Susan. La perrita inició la dinastía canina, del cual fue concluida por Willow en abril del 2018.
Cuando la dama real se casó con Felipe en noviembre de 1947, llevó a su mascota en la luna de miel. La señora Fennik se encargó de cuidar a todos los perritos de la realeza.
El chef principal de la realiza cocinaba para los perros distintas carnes, ya sea de pollo, cordero y ternera.
La princesa Diana llamó a los corgis como la ‘alfombra andante’ porque siempre eran la señal de que la reina Isabel II se iba a presentar. La soberana llegó a tener 30 perritos de dicha raza en 14 generaciones.
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En 1989, la monarca europea contrató a un psicólogo de animales para saber qué podía tener una de las mascotas, que llegó a morder al relojero real, policía y varios empleados de Buckigham.
Los perritos de la dama fueron enterrados en un cementerio del Castillo Balmoral. En la tumba del último corgi, Willow, hay una descripción emotiva. “Un fiel compañero de la Reina”, señaló.
En el 2015, la reina Isabel II decidió ya no tener más perritos, porque no quería dejarlos solos después de su fallecimiento.