Los pulpos están considerados entre los animales más inteligentes de la fauna. Tienen una gran capacidad de aprendizaje, tanto en el ámbito social como en el espacial, e incluso son capaces de resolver problemas sencillos. En lo físico, tienen tres corazones, nueve cerebros y pueden cambiar el color y la textura de su piel de acuerdo a la cantidad de luz ambiente que le rodee.
Uno de los más recientes estudios asegura que, al igual que ocurre con los seres humanos, su cerebro pasa por diferentes ciclos mientras duermen, en los que sueñan y cambian de color. Una segunda investigación explica que estos pueden paladear cualquier cosa que pase por sus tentáculos antes de llevárselo a la boca. Ángel F. González, doctor en biología e investigador del CSIC, resume: “Es un grupo de animales de más de 700 especies que habita en todo el mundo, con una complejidad mucho más avanzada que cualquier otro molusco” .
Para el primer estudio, publicado en la revista 'iScience', un equipo de investigadores sometió a cuatro pulpos (Octopus vulgaris) a estímulos visuales durante varias fases en su día a día. Durante los periodos de sueño, los científicos diferenciaron dos fases: sueño ligero y sueño activo. En el segundo, los pulpos observados cambiaban con mucha más frecuencia de color y textura de la piel, además de mover los ojos y el manto a gran velocidad. Algo parecido a lo que les ocurre a los humanos durante el sueño de movimientos oculares rápidos (REM por sus siglas en inglés)
Estos cambios de color y textura son respuestas de los pulpos ante depredadores de los que esconderse, posibles presas a las que engañar o parejas a las que seducir. Sin embargo, Sidarta Ribeiro, uno de los directores de la investigación, descarta que estos sean los motivos que propiciaron los cambios.
“Durante las fases de sueño, esos estímulos no provocaron esos patrones, por lo que podemos deducir que los cambios de color estaban provocados por una actividad cerebral independiente de estímulos externos”, asegura.
Esta cualidad de su piel para adoptar los colores del entorno choca con la capacidad de sus ojos para captarlos. Un estudio de la Universidad de Cambridge detectó que los pulpos cuentan con un único tipo de conos (las células de la retina que interpretan los colores), lo que provoca que solo capten una escala de grises, así lo explica González.
Además, su pupila en forma de U hace que la luz no entre en el ojo en línea recta, sino en ángulo, potenciando una distorsión óptica que se conoce como aberración cromática. Esta escala de grises, sumada a la aberración cromática y a la textura que les llega a través de los tentáculos, es la fórmula que utilizan los pulpos para reconocer los colores y adaptarse a la situación.
Pero no es la única información que obtienen con los tentáculos. Uno de los últimos informes, publicado en la revista "Cell", apunta que estos animales son capaces de saborear todo lo que pase por sus patas sin llevárselo a la boca. De esta forma, el pulpo es capaz de identificar qué está agarrando y si lo que ha atrapado es una presa. Nicholas Bellono, principal autor de la investigación, explica en un comunicado de prensa que el pulpo es capaz de reconocer si toca con el brazo un cangrejo o una roca “no solo por el tacto, sino también por este tipo de sabor”.
Incluso su genoma es atípico. Este código genético es el manual de instrucciones con el que se compone cualquier ser vivo. Álvaro Roura, biólogo marino e investigador en el Instituto de Ciencias Marinas de Vigo (Galicia), explica que “debe leerse como un libro, por orden y desde el principio hasta el final”. En el primer cromosoma (o capítulo del libro), se encuentran los genes que determinan dónde va la cabeza, las extremidades y cada órgano. Esta información siempre se encuentra junta, ya que un gen activa al siguiente.
“En los pulpos, estos genes están distribuidos por distintos cromosomas. Por eso creemos que tienen los brazos en la cabeza, el esófago pasa por en medio del cerebro…”, explica Roura. Esto se debe a que el ADN de los pulpos está repleto de transposones, partes del genoma copiadas y pegadas de un sitio a otro de manera aleatoria por un virus hace millones de años.