El cementerio Presbítero Maestro alberga un mítico personaje quien con tan solo 6 años es venerado por miles debido a los milagros que le atribuyen.
Únete al canal de Whatsapp de WapaEn el que se considera el cementerio de mayor antigüedad de América Latina, se encuentra un personaje venerado por muchos como santo en la creencia popular. El niño Ricardito es uno de los más visitados en Presbítero Maestro y es que parte de la población acude a él para pedirle con fe peticiones que de ser cumplidas son retribuidas con devoción.
Entre figuras ilustres como José Carlos Mariátegui y Ramón Castilla, un pequeño con una estatua en su honor y que se ubica en el pabellón de los párvulos es visitado por los fieles que aseguran que este puede conceder lo que se le pida, mientras se haga c con fe. Si quieres saber más del niño Ricardito, sigue leyendo los siguientes párrafos y te contamos quién fue este protagonista de una leyenda que ha sido contada de generación a generación en el país.
Su verdadero nombre era Ricardo Espiell Barrionuevo y habría nacido un 10 de diciembre de 1866. Era el hijo de Ricardo Martín Espiell, un abogado y diputado del Congreso que murió al mes de nacido de Ricardito a causa de una neumonía en un hospital de Rímac.
Luego de que su progenitor falleciera, este parte con su madre al Callao, pero a la corta edad de seis años, el pequeño murió tras contagiarse de fiebre amarilla y sus restos fueron sepultados en el cementerio Baquijano y Carrillo, aunque en 1899 fueron trasladados al conocido Presbítero Maestro donde descansa con su padre.
Los trabajadores de la Sociedad de Beneficencia de Lima Metropolitana, quienes administran el camposanto, aseguran que la devoción por él inició cuando en la década de los 90 una señora encuentra la tumba de Ricardo Espiell y le pide en oración un milagro, petición que él cumple y tras hacerlo queda agradecida, por lo que que decide recompensarlo limpiando su escultura y llevándole flores y regalos cada semana.
Poco a poco, fueron cada vez más los creyentes en visitar el panteón y conocer la tumba del niño Ricardito para hacerle peticiones que habrían terminado en milagros.
Una de las historias más escuchadas al leer un poco de la historia de este personaje se remonta al año 1940 con una mujer de nombre Benedictina quien tenía un hijo gravemente enfermo con un mal desconocido.
La señora visitó a sus abuelos en el cementerio para pedir por el pequeño y fue ahí donde se topó con la estatua del niño Ricardito, quien por casualidades tenía el mismo nombre que su hijo, por lo que aprovechó en contarle sus problemas y pedirle su intercesión.
En solo unas semanas, el hijo de Benedictina se recuperó y esta quedó eternamente agradecida con él volviendo a su tumba para agradecerle. Se dice que si le pides a Ricardito, él lo concederá a cambio de cuidados, agradecimiento y algunos presentes que mucha gente deja en su tumba.