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30 Ago 2023 | 8:28 h

Santa Rosa de Lima: Así fue la vida de la principal santa que nació en el Perú y que hasta hoy es venerada

Isabel Flores de Oliva nació el 30 de abril de 1586 en la ciudad de Lima y ya se conmemora 506 años de su muerte.

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    La Santa Patrona de las América y las Filipinas está un año más de aniversario.

    Santa Rosa de Lima o Isabel Flores de Oliva es una de las santas que más veneración ha recibido a lo largo de los siglos. Hay que considerar que ella nació el 20 de abril de 1586 pero falleció a sus cortos 31 años el 24 de agosto de 1617. Lo cierto es que ya han pasado más de 5 siglos de su prematura muerte y hasta hoy tiene millones de feligreses.

    Cabe destacar que, si bien el Perú es un destino turístico, gastronómico también lo es en el aspecto religioso ya que es uno de los países que más profesa el catolicismo. Prueba de ello, es que cada 30 de agosto se conmemora el día de la santa que fue canonizada en 1671 por el Papa Clemente X.

    No obstante, muchos se preguntan qué hizo en su vida y cómo fue durante su estancia por esta tierra de paso. En esta nota te daremos a conocer todos los detalles sobre su vida.

    ¿Cómo fue la infancia y niñez de Santa Rosa de Lima?

    Isabel Flores de Oliva nació el 30 de abril de 1586 en la ciudad de Lima. En aquella época era tiempos del virreinato del Perú y se le conocía como ‘la ciudad de los reyes’. En aquellos momentos se desarrollaba su máximo desarrollo territorial, así como el desarrollo de la religión católica.

    Los padres de la Santa Patrona de Las América y las Filipinas fueron Gaspar Flores y María de Oliva. Su progenitor era guardia virreinal y su procedencia era San Juan de Puerto Rico. Por otra parte, María es natural de Lima.

    El bautismo de la santa se produjo en la parroquia de San Sebastián de Lima donde Hernando de Valdés y María Orozco actuaron como padrinos. No obstante, hubo una época en la que Santa Rosa se mudó a Quives debido que su progenitor asumió la administración de una obra dedicada a la refinación de plata.

    Ella recibió la confirmación en el convento de frailes mercedarios en el que recibió el sacramento en manos de Santo Toribio Alfonso de Mogrovejo quien además era el arzobispo de Lima en el año 1597. Este hecho marcó su vida porque es aquí cuando ella decide cambiar su nombre de ISABEL por ROSA.

    Inicio a la vida religiosa

    Santa Rosa de Lima cuando inicia la juventud también inició su vocación por el servicio de la religión y la vida dedicada a Dios. Por otro lado, ella recibió una educación abocada a la música, canto y poesía por su madre. También se desarrolló en la costura y con ello ayudó en los ingresos a su casa.

    Uno de sus grandes ejemplos para abrazar la vida religiosa fue Santa Catalina de Siena. Tal como lo hizo esta santa italiana, ella hizo votos de castidad y renunció a su cabello desafiando así los planes que sus progenitores ya habían hecho para que contrajera matrimonio.

    Lo cierto es que la santa patrona, pese a la oposición de sus progenitores para que se ordene, ella siguió su vocación y trabajó por el camino de la espiritualidad. Uno de los primeros problemas que encontró Isabel Flores de Oliva fue en aquella época no había muchos conventos y ello la llevó a convertirse en terciaria dominica en el año 1606.

    Vida religiosa

    Cuando se ordenó en la vida religiosa, Rosa de Lima se dedicó a la educación cristiana de los niños y los enfermos. Esta fue su primera labor en la vida religiosa y se estableció en el hospital más cercano a su casa. Durante su labor como religiosa, se conoció que ella ayudó a uno de los jóvenes que más tarde sería conocido como San Martín de Porres.

    Sus últimos años

    Los últimos años de Santa Rosa se caracterizó por su profunda vida en oración y penitencia. En el año 1615 construyó una celda en el jardín de su residencia y aquí entregó al ascetismo con rigurosidad. Los éxtasis místicos eran frecuentes, y sus comunicaciones con la naturaleza también. Ella misma profetizó que su vida culminaría en la casa de Gonzalo de la Maza, su benefactor y confidente.

    En el año 1617 su salud se deterioró considerablemente y murió el 24 de agosto de ese mismo año por tuberculosis. Esta enfermedad era mortal en aquella época e incurable.

    Para el día siguiente se realizó una misa de cuerpo presente que fue oficiada por Pedro de Valencia y su cuerpo fue enterrado en el convento de los dominicos. No pasó mucho tiempo para que se iniciara el proceso de beatificación y canonización promovido por el arzobispo de Lima, Bartolomé Lobo Guerrero.

    En 1671 fue canonizada por el Papa Clemente X y hasta hoy es venerada por millones de personas en todo el mundo.