Durante el régimen de Alberto Fujimori se desarrolló una serie de acciones que atentaron contra los derechos civiles. Uno de ellos lo perpetró el grupo colina; sin embargo, el caso más sonado fue La Cantuta. Conoce AQUÍ la importancia de este humilde reciclador.
Únete al canal de Whatsapp de WapaJusto Arizapa era un humilde reciclador de Cieneguilla y aunque muchos desconozcan fue un hombre muy valiente durante el régimen de Alberto Fujimori ya que gracias a él se conoció qué ocurrió la noche del 18 de julio de 1992 en La Cantuta (Universidad Nacional de Educación Enrique Guzmán y Valle). Este reciclador de Cieneguilla recogía cartones, plásticos y metales de los basurales del mencionado distrito.
Es bueno recordar por historia que la madrugada del 18 de julio de 1992 (dos días después del atentado terrorista en Tarata) se conoció que el Servicio de Inteligencia del Ejército (SIE) así como la Dirección de Inteligencia del Ejército recibieron la orden de intervenir en la residencia universitaria de La Cantuta para capturar a unos sospechosos de ser los perpetradores del coche bomba en la mencionada calle miraflorina.
Es aquí que el Grupo Colina ingresa y captura a los estudiantes y docente que estaban en la residencia estudiantil. El detalle es que luego de ser ejecutados, fueron considerados como desaparecidos y un año después se conocería qué fue lo que ocurrió gracias a este humilde reciclador.
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La noche del 24 de abril de 1993, mientras Justo Arizapana dormía en uno de los rellenos donde se encontraba, vio el accionar del temido grupo paramilitar llamado ‘Colina’. Hay que recalcar que el denominado ‘Grupo Colina’ era un grupo de aniquilamiento que se constituyó durante el fujimorismo.
Justo Arizapana, bajo la oscuridad de la noche de aquel 24 de abril del 93, vio cuando una camioneta se detuvo en dicho lugar y de ahí descendieron unos hombres que portaban varias bolsas negras. Estos sujetos portaban pasamontañas. Él se encontraba mirando todo lo que pasaba pero mantuvo silencio y por supuesto esta decisión fue la mejor.
Él propio Justo Arizapana cuenta que al amanecer del 25 de abril se acerca al lugar donde dejaron las bolsas negras. Al llegar al punto se percató que estas bolsas contenían cenizas. Tiempo más tarde se supo que eran de los estudiantes y catedráticos desaparecidos en la Universidad La Cantuta. No obstante, esta información la guardó hasta fines del mes de junio.
Cuando conoció que se constituyó una comisión Investigadora del Congreso que abordó estos casos, él fue a denunciar este hecho. Arizapana lo denunció junto a su amigo, Guillermo Catacora y, posteriormente, ambos se dirigieron al despacho del congresista Roger Cáceres, presidente de la mencionada comisión del Parlamento Nacional.
Pese a los dichos por este reciclador, el parlamentario le pidió pruebas contundentes debido que la denuncia era sumamente fuerte. Es así que, Justo Arizapana y Guillermo Catacora regresaron a las fosas y le entregaron todas las bolsas negras que contenían cenizas y huesos. Además le dieron un sobre y un croquis dibujado por don Justo sobre el lugar donde se enterraron dichos cadáveres que más tarde se comprobó que era de los estudiantes y profesor de La Cantuta quienes desaparecieron un año antes.
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Como se explicó antes, la madrugada del 18 de julio de 1992, nueves estudiantes y un catedrático de La Cantuta desaparecieron. Tiempo después de supo que el Grupo Colina los secuestraron para luego ejecutarlos. No se tuvo noticias de ellos hasta el testimonio de Justo Arizapana en junio de 1993.
Lo triste en el Perú es que personas que dan incluso la vida por su patria al final suelen ser olvidados. Esto, lamentablemente, no fue ajeno a Justo Arizapana. En 2020, recién se le reconoció una pensión por su condición de discapacidad. Sin embargo, no pudo disfrutarla debido que por azares del destino Justo Arizapana falleció el 11 de junio de aquel año en la provincia de Cañete. Su condición física no era muy buena debido a un derrame cerebral.
Sin embargo, quienes nunca lo olvidaron fueron los familiares de los estudiantes y docente de La Cantuta que fueron ejecutados en julio de 1992. Tras la muerte de Justo Arizapana en junio de 2020, varios familiares de este controvertido caso destacaron el aporte de este personaje para encontrar los cuerpos de los universitarios y del docente desaparecido.
“La verdad se abrió paso gracias a su denuncia y al mapa que dibujaron con Guillermo Catacora. Hoy descansa después de mucho sufrimiento”, escribió a través de su cuenta oficial de Twitter, Gisela Ortiz, cuyo hermano desapareció en La Cantuta en manos del Grupo Colina.