¿Crisis alimentaria mundial? Escuchar estás palabras nos parecen tan lejanas e incluso un poco alarmistas; sin embargo, no es exagerado ni tampoco es que se quiera llamar a la histeria colectiva, pues hay hechos que lo demuestran.
La revista The Economist tituló su portada como “La catástrofe alimentaria que se avecina” y lo hizo basándose en los anuncios que dio el gobernador del Banco de Inglaterra, quien advirtió que vienen aumentos “apocalípticos” de los precios de los alimentos a nivel mundial durante, y después, de la guerra Ucrania y Rusia. Es más, el funcionario inglés reconoció que se encuentran “indefensos” ante ello.
Además, recalcó que estos incrementos podrían impactar, mucho más, en los pobres de todo el mundo.
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Asimismo, revelaron que, según la encuesta de Ipsos, el 27% de británicos ya se ha visto obligado a saltarse algunas de las comidas y un 65% ha evitado encender la calefacción todo lo posible en los últimos meses.
La guerra trajo muchos problemas para el mundo, ya que aumentó el riesgo de hambruna. ¿Por qué? Pues, Rusia representan aproximadamente un tercio de las exportaciones mundiales de trigo.
Mientras que Ucrania, no solo no ha podido exportar granos ni aceite vegetal, sino que, además, el conflicto viene destruyendo campos de cultivo e impidiendo una temporada de siembra normal, lo cual agrava aún más el escenario a futuro.
Según explicó el economista David Rivera en su informe para La República, el Perú venía enfrentando dos problemas desde el año pasado: el primero es la caída de ingresos y limitado acceso a crédito debido a los impactos económicos de la pandemia, y el segundo es el aumento de precios de insumos que ya se registraba en ese momento.
El especialista señala que, aunque el gobierno intentara paliar la crisis con créditos y bonos de reembolso por compra de fertilizantes, esta “solución” solo tuvo un alcance limitado.
También manifiesta que las consecuencias de esta campaña agrícola con bajos rendimientos se seguirán viendo en los próximos meses, sobre todo en el cultivo de arroz.
Por lo que, de acuerdo a lo dicho por Fernando Eguren, presidente del Centro Peruano de Estudios Sociales (Cepes), lo más probable es que enfrentemos escasez y aumento de precios de productos como el trigo y el maíz amarillo. Lo cual afectaría mucho porque el Perú importa el 90 % y el 70% del total de lo que consume.
Asimismo, recalcó que esto también sucederá con otros como el aceite de girasol, lo que arrastrar al alza los precios de las oleoginosas en general.
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La última encuesta de IPSOS muestra que el costo de vida ya ha pasado a ser el principal problema que afecta a los peruanos, con un 27% del total. Y lo peor es que la crisis aún no ha llegado.
A la catástrofe alimentaria que se avecina para el mundo y para el Perú, habría que agregar que un escenario así también tendrá consecuencias sociales y políticas impredecibles.
Eguren también comenta que la crisis será de tal magnitud que debería originar una movilización nacional como la que logró articular Estado, empresa y sociedad civil para enfrentar la pandemia del COVID-19. Pero, ¿es posible conseguirla cuando el gobierno parece no tener idea de la dimensión de lo que está ocurriendo y de lo que está por venir?