La indignante "broma" realizada por el comediante Ricardo Mendoza y Norka Gaspar sobre un caso de agresión sexual contra una menor nos demuestra que una gran parte de la sociedad aún adolece por comprender sobre cuánto daño hace este tipo de mofas y burlas a los grupos vulnerables, como lo son también las personas con discapacidad.
Pese a que durante años se ha tratado de salir de este tipo de contenidos que lejos de ser gracioso, tienden a ser irónicos y violentos contra las personas que son usadas como objeto de burla, preexisten en la actualidad trivializando un tema tan delicado como el consentimiento de las mujeres con discapacidad auditiva durante las relaciones sexuales o sobre la falta de accesibilidad que enfrentan en su día a día.
Ante ello, Elizabeth Caballero, psicóloga y Coordinadora general de la mesa de Discapacidad y Derecho, nos explica cuáles son las razones del por qué la condición de una persona con discapacidad nunca debe ser tomada como una "broma".
En entrevista con La República, Caballero sostiene que existe un preconcepto que se puede confirmar en los discursos que se enuncian con naturalidad en los programas: “Que las personas con discapacidad no sienten ni piensan y que no son sujetos de derecho. (Así) se les denigra o son sujetos de burla, pero esas bromas están tipificadas como violencia“.
La idea normalizada sobre este delicado asunto no permite abordar la raíz de esta problemática, según la especialista. "La persona con discapacidad es un ser humano como cualquier otro y merece respeto. Debe ser protegida ante cualquier situación de violencia, agresión o discriminación, como se demanda en otros casos", agrega.
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Asimismo, advierte que esas burlas que han trascendido en el tiempo “les afecta en su autoestima, en su valía personal, en la seguridad de poder desplazarse por sí sola en las calles“.
La especialista advierte, además, que en diversas instancias del Estado no se contempla el enfoque de discapacidad. Es decir, cuando se hace una denuncia, no hay indicadores que recojan el tipo de discapacidad que presenta la persona agraviada. “Por eso no contamos con data segregada de mujeres víctimas de violencia“, afirma.
Por ejemplo, Susana Stiglich, activista y profesora de Lengua de Señas Peruana (LSP) en la Facultad de Medicina de la Universidad Cayetano Heredia, contó en su red social que, durante el 2021 y 2022, ha tomado conocimiento de “tres casos concretos de violencia sexual a tres menores de edad sordas que no pudieron denunciar en su idioma, la LSP, porque el Poder Judicial y la Fiscalía exigen que hayan intérpretes de lengua de señas acreditados”.
Cuando eso, como ella misma lo comenta, es imposible. Los intérpretes de la LSP en el país son “empíricos“ y no hay ninguno acreditado.
“Por eso, las mujeres con discapacidad dejan de denunciar. No se sienten protegidas ni atendidas. Se sienten discriminadas en los servicios“, añade Caballero.
A nivel psicológico eso puedo causar no solo desconfianza en la protección del Estado, sino a nivel personal depresión y un aislamiento marcado.
Recuerda que también puede presentar su denuncia en la mesa de partes del Conadis, ubicado en la avenidaArequipa 375, Cercado de Lima.
Recuerda que, si eres víctima o conoces de algún caso de violación, acoso o violencia, puedes llamar a la línea 100, el cuales un servicio de ayuda que te brindará orientación e información necesaria.
Si el caso es muy grave son reportados de manera inmediata y una vez hecha la derivación el CEM (Centro de emergencia Mujer) o la Línea 100 en Acción, se procederá a hacer la visita a la víctima. Después de la validación del caso, se le insertará en los servicios especializados del CEM.