Tenía cáncer terminal y cumplió su último deseo. John Brinton Parke, de Hartford (Connecticut, Estados Unidos), fue diagnosticado con esta mortal enfermedad cuando su primogénito tenía seis meses y pudo conocer a su segundo hijo, después de que su esposa se sometiera a un parto inducido de mucho riesgoso.
Un extraño tipo de cáncer que afectaba a sus riñones le diagnosticaron a John, en enero del presente año. Ese mismo mes, le sometieron una cirugía para remover un tumor. Su esposa, Haley Parke, declaró que el bulto tenía el tamaño de una pelota de softball.
Tras la extracción, empezaron los tratamientos de quimioterapias y algunas pruebas clínicas. Sin embargo, nada ayudaba a reducir el cáncer.
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Cuatro meses más tarde de la terrible noticia, llegó una aún peor: su enfermedad era terminal. Fue en ese momento que la pareja se animó a tener un segundo hijo.
"Dado que el diagnóstico era terminal, decidimos tomar la decisión de tener otro hijo, 10 meses después del parto de nuestro primer hijo. Queríamos asegurarnos de que nuestro hijo tuviera un hermano y esperábamos que mi esposo tuviera más tiempo con nuestro segundo hijo", dijo Haley Parke al programa Good Morning America.
Haley quedó en estado de gestación al utilizar un embrión congelado, mismo que los esposos almacenaron cuando se sometieron a una fertilización in vitro (FIV) durante su primer embarazo.
Durante esos meses, el cáncer fue aumentando de forma desproporcional en el cuerpo de John Parke. Pese a ello, la pareja siempre se mantuvo con la mentalidad positiva.
El domingo 28 de noviembre, John tuvo que ser internado en el hospital de Hartford, ya que su estado empeoró. El miércoles 1 de diciembre, los médicos manifestaron que la esperanza de vida era solo de unos días; sin embargo, faltaban aún tres semanas para el parto.
Después de la pésima noticia, Haley fue a que le hicieran una cesárea de emergencia. "Era una cesárea en ese momento o JB no tendría la oportunidad de conocer a nuestro hijo", escribió la madre en redes sociales.
"Sin ninguna duda dije ‘vamos’ y lo hicimos. En cuestión de literalmente un minuto, estaba en el quirófano. Tan solo 20 minutos después, nació nuestro hijo. Me lo dieron para un beso rápido. Luego, un equipo de médicos lo colocaron sobre el pecho de su papá", continuó.
La cama de Haley la pusieron junto a la de su marido, con el objetivo de que pudiera compartir esos últimos momentos junto a su recién nacido.
"Pasé mi tiempo de recuperación mirando a mi esposo. Lo miraba con tristeza, pero asombrada por su fuerza. Él tomó su último aliento con nuestro hijo en el pecho y mi mano en la suya", concluyó la emocionada madre.