¡Ayuda! Mi hijo se está volviendo adicto a los videojuegos [VIDEO]
Únete al canal de Whatsapp de Wapa“Una vez tuve en consulta a una niña de 6 años que jugaba casi las 24 horas y la mamá le daba el videojuego porque se desesperaba y no dejaba de llorar, pues hacía síntomas de abstinencia. No solo las drogas las provocan, los videojuegos también”.
(Foto/bbc)
Con este relato tan crudo, la médico psiquiatra Betty Misaico, del Instituto Nacional de Salud Mental (INSM) Honorio Delgado - Hideyo Noguchi, advirtió que si bien los videojuegos fueron creados para pasar un rato agradable y divertido, el mal manejo de los padres puede desencadenar severos casos de adicción en menores.
Aunque hay niños y adolescentes con carácter dominante o impulsivo, los padres y sus modos de crianza son los responsables en la mayoría de casos, sostuvo en entrevista con el programa Saludable Mente de Andina Canal On Line.
“Los factores de riesgo que pueden ayudar al desarrollo de estos casos son, por ejemplo, violencia entre padres y no solo de tipo físico. Hay violencia también cuando los padres no se hablan entre ellos. Los niños lo captan y saben que las cosas están mal en casa”.
Otro factor de preocupación es tener una madre ausente en la vida de sus hijos o cuando es depresiva, ya que los niños necesitan afecto y “al abrazar a una madre depresiva equivale a que abracen a un mueble. Está allí, pero no le siente. Esto genera un cambio emocional en los menores”.
Tener padres permisivos también puede ser motivo de riesgo frente a los videojuegos. Son padres que no saben poner límites, que solo se dedican a trabajar, que se han “comprometido a ser solo proveedores de lo material, olvidando que el amor en la crianza de los hijos es tan importante como el alimento que comen y el aire que respiran”.
Misaico, directora del Área de Adicciones del INSM, del Ministerio de Salud, comentó que recibe en consulta a muchos padres que creen que las razones de la adicción de sus hijos están fuera de casa, cuando -anotó- es exactamente todo lo contrario.
“Los hijos necesitan afecto a lo largo de toda su crianza. Las mamás me dicen en consulta 'yo sí quiero a mi hijo o a mi hija, ¿cómo no lo voy a querer?', pero el amor no se sobreentiende, se expresa. Y no solo cuando tocas sino cuando se lo haces sentir, cuando le dices frases de afecto como estoy orgulloso de ti, hija, hijo; cuando expresamos nuestro amor incondicional, cuando los apoyamos en sus dificultades sin criticarlos, dándole un soporte”, detalló.
¿Cuánto horas al día?
La psiquiatra pidió a los padres no estigmatizar a los videojuegos porque no son responsables de una adicción, ni tampoco lanzar frases como “deja eso ya, que te vas a volver adicto” porque no contribuyen en nada.
Para evitar que los menores sobredimensionen la importancia de los videojuegos en su vida, aconsejó darles el espacio de recreación que le corresponde, pero dentro de la agenda diaria de actividades del menor, con un tiempo definido: una hora como máximo para los niños y dos horas para adolescentes.
La experta advirtió que este tipo de juegos está prohibido para niños menores de dos años. "Antes de esa edad, cero tablets, cero computadoras, cero celulares. Con ellos hay que estimular el área motriz. Después de esa edad, los padres deben tener una agenda donde deben fijarse las actividades del día: el desayuno, almuerzo y hacerlo en familia, su hora de videojuegos, pero también deben haber espacio para los juegos de mesa, el deporte, para ayudar con los quehaceres de la casa, levantar los platos y otros, todo eso se aprende desde muy pequeño”.
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Sufrirán, pero aprenderán
Es clave que existan límites en la crianza, los cuales deben ser vistos como un acto de amor, de cuidado hacia los hijos, subrayó. No se puede permitir que los chicos jueguen a la hora que deseen o el tiempo que quieran; todo tiene su momento.
Comentó que hay síntomas claros cuando los menores han desarrollado conductas adictivas: todo aquello que les gustaba pierde sentido, no pueden dejar los videojuegos, llegando incluso a “robar” los dispositivos electrónicos a sus padres cuando éstos duermen.
“Se ponen nerviosos, sudan, no les interesan las clases, no le interesa dormir temprano, hay una dependencia psicológica de querer jugar. Se ponen ansiosos, irritables, no puede dormir. Algunos menores incluso se vuelve violentos o tienen alucinaciones. Sin límites, los niños y adolescentes se van a quedar enganchados de día y de noche”, advirtió.
Muchas veces, dijo, los padres no saben qué hacer en esos casos y ceden porque piensan que algún día pasará, pero eso no ocurrirá.
“Es posible que algunos menores hagan berrinches y seguro van a sufrir, pero el límite también es necesario para ellos porque le genera tolerancia a la frustración. Hay que entrenarlos en la vida y hacerles entender que no siempre se conseguirá lo que se quiere", comentó la especialista.
A modo de ejemplo, dijo que si los padres no consiguen el trabajo que buscan, van a sufrir, pero ese sentimiento pasará. "Igual ocurre con nuestros hijos, también van a sufrir porque no podemos darles todo. Debe entenderse que la palabra no es también una palabra de amor. Decirles sí, sigue jugando solo para que no llores, es agredirlos, es ser negligentes como padres y eso solo traerá problemas”.
Explicaciones y afecto
La experta recomendó a los padres explicar a sus hijos, con serenidad, por qué no pueden jugar más horas. "Se les puede decir que debemos disfrutar de otras cosas, como cocinar con mamá, limpiar el cuarto, repasar lo que hiciste ayer, buscar la bicicleta que está guardada, dar una vuelta. Hay que decirle que mañana tendrá un nuevo tiempo para jugar, pero que deberá esperar”.
En la medida de lo posible, añadió, es necesario darles otras opciones de recreación y, si se tratara de niños hiperactivos, se deberá buscar que hagan deporte para que liberen energía y rompan con la pasividad.
Si los padres observan conductas obsesivas en sus hijos, sea la edad que tengan, se olvidan de socializar, abandonan todo para dedicarse al videojuego, convierten la noche en día para no despegarse de la tablet, la consola, el celular o la computadora, es urgente trabajar en familia para cambiar progresivamente esos hábitos, alertó.
Un aspecto fundamental, anotó, es darles cariño y afecto para que sientan confianza de que podrán superar juntos cualquier problema que surja, incluso una adicción a los videojuegos, dado que existe un tratamiento para ello.
Hay salidas
La experta señaló que, si como padre o madre no hay forma de frenar la adicción, se debe hacer a un lado la vergüenza y el estigma y buscar ayuda profesional.
“Pueden encontrar ayuda para estos casos en el Instituto Nacional de Salud Mental, en el hospital Larco Herrera, en el Hospital Hermilio Valdizan y todos los centros de salud mental comunitarios del Ministerio de Salud. En medio de esta pandemia existen áreas de emergencia que pueden ayudarlos”.
Indicó que allí encontrarán soporte para gestionar mejor esas conductas y, de ser necesario, se recetará alguna medicación para el menor, previa evaluación.
“Existen programas donde se trata a toda la familia porque generalmente estos menores proceden de familias con poco afecto, poca cohesión, pobre vínculo, donde los sistemas de comunicación son muy frágiles, no saben comunicarse. Con ayuda de los expertos, los padres aprenderán a limitar el uso de dispositivos, pero también a motivar una relación humana y afectiva”.
Tras destacar que la salud mental no es un asunto solo de psiquiatras, sino que un grupo de especialistas en el que participan también los psicólogos, Misaico recordó que “el ser humano es un ser social y por eso no puede estar aislado frente a una máquina”.
Esa es la razón, apuntó la experta, por la cual deben reforzarse o promoverse otras actividades en el hogar, como la lectura, el cine, el deporte, actividades grupales (ahora en modo virtual), todo con el propósito de lograr su desarrollo saludable, tanto físico como mental.