¿Discutes más con un hijo que con otro? Este se parecería más a ti

La familia es para siempre, no la elegimos y no sabemos a dónde nos llevará el tenerla.

En muchos casos y culturas es un vínculo sagrado y muy cercano que en otras. Aunque el amor y cariño que hay, resulta ser incondicional, no parece extraño que a veces ese amor evite las peleas e innumerables desacuerdos, sobre todo entre padres e hijos.

En el caso de tener varios hijos, lo más seguro es que puedan tener disputas porque sus personalidades choquen y esto genere que haya más problemas con uno de los hijos.

No obstante, la Psicología aseguraría que el hijo con el que más se pelea es el que más parecido tiene con la madre o padre según sea el caso.

Aunque suene sorprendente, esto tiene una razón.

La doctora y psicóloga experta en crianza, Marta Segrelles, sostiene que a los padres les molestan actitudes que ellos alguna vez tuvieron y de las cuales se arrepienten o les habría gustado evitar.

También se debe considerar que los niños repiten lo que los padres hacen lo que da sustento a esta teoría.

Esto quiere decir que esa conducta de los hijos que irrita a los padres pudo hacer sido adquirida por ellos y ahora es rechazada de manera inconsciente.  

Este tipo de comportamiento adquiere el nombre de ”Proyección”. Un mecanismo común entre los humanos, que suele ser utilizado para no hacernos responsables de los aspectos negativos que tenemos y que nos irritan al verlos reflejados en otros.

Al ver estos aspectos negativos en otros es más fácil experimentar enojo. Esta conducta no solo abarca los aspectos negativos de una persona, como los defectos.

También puede estar en personas a las cuales admiramos o cuando se ayuda a alguien más pues al hacerlo nos estamos ayudando a nosotros mismos.

La solución parece sencilla: reconocernos a nosotros mismos.

Suena simple, pero realmente requiere de constancia y de paciencia. Si es algo que ya notaste en tus hijos, esto ameritará que lo converses y que intentes no volver a hacerlo.

Si ya determinaste los aspectos que no te gustan de ti, quizás sea hora de ir dejándolos atrás para no verlos trasladados en tus hijos.

Ten paciencia pues los hijos que reflejan estos comportamientos aún están en un periodo de desarrollo y de aprendizaje constante.