El coronavirus viene generando más contagios en todo el mundo, debido a la aparición de la ómicron. Las cifras de hospitalizaciones y camas UCI están en ascenso y la peligrosidad de la COVID-19 está atacando principalmente a los que no se han vacunado o tienen enfermedades severas.
El virus se inmiscuye en las células del organismo cuando una proteína de su envoltura, que es llamada spike o proteína S viral, se une con la enzima convertidora de angiotensina tipo 2, que es la molécula de la membrana de distintos tipos de células humanas.
En las personas gorditas, la expresión de las moléculas de membrana en el tejido adiposo aumenta y eso convierte a la grasa en reservorio ideal del virus. Por eso, en los obesos, la COVID-19 está más tiempo.
Incluso, en los animales ‘gordos’ se ha comprobado que la enzima convertidora de angiotensina tipo 2 aumenta en las células pulmonares. Eso implica un mayor número de lugares de unión para el virus.
La complicación del contagio aumenta a favor del coronavirus. Las personas obesas padecen de un estado inflamatorio crónico de bajo grado.
El déficit inmune puede aumentar la conocida tormenta de citoquinas desencadenada tras la infección viral, produciendo un empeoramiento de los síntomas. El exceso de grasa abdominal de las personas con obesidad impide el correcto movimiento del diafragma durante la respiración, limitando la capacidad pulmonar.
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Lamentablemente, la obesidad es un factor de riesgo cuando se presenta el coronavirus.
El doctor Víctor Cabrera es especialista en medicina integral y reveló que un paciente con coronavirus sí se puede bañar sin problema alguno, ya que de esa manera controla la temperatura del cuerpo.
Incluso, esa decisión beneficiaría en el aspecto psicológico como físico del paciente. Se debe procurar que el agua no esté tan fría, ya que complicaría la salud de la persona contagiada. Lo que se debe evitar es el cambio de temperatura.