Para el doctor Benito Almirante, portavoz de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica (SEIMC), esta epidemia provocada por una nueva cepa de coronavirus no debería alarmar a la población que está haciendo acopio de mascarillas, sobre todo para enviar a China donde se agotan las existencias.
“Es muy posible que esta situación no sea como la pandemia de gripe del 2009, que afectó a todo el planeta en muy pocas semanas, sino que el entorno se va a quedar limitado a China en su conjunto”, opina el experto.
Respecto a España, donde solo se ha confirmado un caso de coronavirus, considera: “Es muy improbable que tengamos casos autóctonos de personas que no diagnosticamos y que lo transmitan a otras personas de nuestro país sin haber viajado a la China”.
Aunque su uso es obligatorio en China, epicentro del brote de coronavirus, las mascarillas también se han convertido en la principal arma de salvaguarda en otros países del mundo, sobre todo en lugares de concentración de personas, como los aeropuertos.
“La mascarilla tiene un efecto claramente protector” tanto para evitar transmitir como para evitar recibir por vía aérea al virus procedente de otra persona infectada, asegura el especialista.
“Esto no quiere decir -agrega- que se tenga que utilizar de forma universal, no hay ninguna indicación por parte de la Organización Mundial de la Salud. Solamente se ha de utilizar en circunstancias especiales”.
En el caso del coronavirus, las mascarillas pueden hacer efecto frente a personas contagiadas por el patógeno y que hayan desarrollado síntomas.
“En las personas que no tienen síntomas, aunque sean portadores, de momento no se ha podido demostrar de forma muy contundente que puedan transmitir la enfermedad. Es decir, no está demostrado que los portadores transmitan la enfermedad hasta que no tienen síntomas”, indica el experto de la SEIMC.
Y esto es así probablemente por una razón científica: el lugar donde el coronavirus se reproduce y multiplica es en el tracto respiratorio interior, en los bronquios, y por lo tanto alejado del exterior.
Por eso tiene que haber mecanismos para que el patógeno salga al exterior y esos mecanismos son básicamente, la tos, la expectoración y el estornudo.
“Esta es la teoría que se está estudiando en este momento, que no está plenamente confirmada. Es decir, que la habilidad para transmitir depende mucho de tener síntomas y cuanto más síntomas tiene una persona, más posibilidades de transmitir el virus”, explica el doctor Almirante.
Señala, no obstante, que es difícil de acotar el momento en que empiezan los síntomas: “Es una barrera muy difícil de precisar, desde que no tiene ninguno hasta que empieza a tener los primeros”.
Y eso comienza durante la primera semana, diez días máximo, después del contagio. Y si no los desarrolla pasa a ser paciente asintomático.
“Es muy posible que en la situación actual, con el coronavirus, haya muchísimos cientos o miles de personas que hayan sido portadores de forma transitoria, porque hay un gran volumen de personas con la enfermedad”, en la ciudad de Wuhan, epicentro del brote, y su provincia Hubei.
Otra de las incógnitas sobre el coronavirus es si puede contagiarse por contacto con algún objeto.
Para prevenir, además de las mascarillas, el personal sanitario también se protege con guantes de látex y trajes especiales.
“Es muy posible que esa otra vía de contagio, por contacto, sea muy poco eficiente. La vía más eficiente son las gotas de la respiración, de la tos, los estornudos…de las personas que están muy, muy cercanas a otras”, apunta el también jefe de Servicio de Enfermedades Infecciosas en el Hospital Vall d’Hebron de Barcelona.
En este sentido, aclara, “sí que es posible que, algunas gotas que acaban de caer en una superficie, una persona las pueda tocar con su mano y después llevársela a sus vías respiratorias e infectarse”.
“Pero este mecanismo -añade- es muy improbable que produzca un volumen importante de enfermos. La inmensa mayoría o prácticamente todos los enfermos que tienen infección clínica con síntomas acaba teniendo la enfermedad porque se contagia por vía aérea, por sus vías respiratorias”.
Por eso los ciudadanos chinos no se quitan la mascarilla, aunque la cuarentena que prácticamente paraliza el país les mantiene recluidos en casa, mientras que en Wuhan no solo escasean las mascarillas, también las camas de hospital no son suficientes para atender a miles de contagiados cada día.
(Información compartida de EFE)