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26 May 2021 | 11:01 h

Juez del pueblo masacrado por narcoterroristas: “Primero investiguen antes de ponerse a hablar”

Fiscal Alfredo Casavilca recogió los cuerpos sin el apoyo de las Fuerzas Armadas ni de la Policía Nacional. Solo se hicieron presentes las autodefensas.

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    Testimonio. El juez de paz Leonidas Casas Marmolejo. Foto: Aldair Mejía/La República

    Con información de: Doris Aguirre / La República.

    Una de las primeras autoridades en llegar al escenario del crimen múltiple, el juez de paz del centro poblado de San Miguel del Ene, Leonidas Casas Marmolejo, expresó el malestar de los residentes de la zona porque las autoridades de Lima emitieron un comunicado atribuyendo la autoría del asesinato, sin haber llegado al lugar ni entrevistado a los sobrevivientes ni a los familiares de las víctimas.

    “Cómo es posible que el Comando Conjunto afirme una autoría del asesinato de las 16 personas, cuando nunca nos han visitado, no se han tomado la molestia de conversar con la población. Prácticamente San Miguel del Ene está olvidado por las autoridades y el Estado”, dijo el juez Casas a La República.

    Leonidas Casas explicó que ni bien recibió información sobre los hechos ocurridos en el poblado de Chimpinchariato, se trasladó al lugar y encontró a 16 personas asesinadas a balazos y que los atacantes, al incendiar algunos de los locales, incineraron también algunos cuerpos. Esto ha dificultado la identificación de todas las víctimas.

    El Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas señaló en un comunicado que la masacre fue cometida por elementos de Sendero Luminoso, pero en la zona opera el denominado Militarizado Partido Comunista del Perú (MPCP), conformado por excombatientes senderistas, dirigidos por Víctor Quispe Palomino, camarada “José”.

    De acuerdo con fuentes de la Dirección contra el Terrorismo de la Policía (Dircote), la acción armada del domingo en la noche podría haber sido liderada por el camarada “Carlos”, un mando militar del MPCP a órdenes del camarada “José. “Carlos” aparece fotografiado en grupo en imágenes que maneja la policía antiterrorista, pero su verdadera identidad todavía no se ha determinado.

    Tributo. Familiares y amigos de Grover Fernández García, una de las víctimas del ataque del domingo, velan su cuerpo. Foto: Aldair Mejía/La República

    El juez de paz Leonidas Casas Marmolejo señaló que los bares atacados funcionaban desde hace dos meses en Chimpinchariato, luego de haber sido trasladados en dicho lugar alejado del centro poblado.

    Objetivo narcoterrorista

    Según fuentes del lugar, además de ofrecer bebidas alcohólicas, supuestamente en los alrededores se ejercía la prostitución. Pasquines del MPCP regados en el lugar de los hechos, reivindican la acción armada como una “operación de limpieza” de malos hábitos en Chimpinchariato.

    Pobladores entrevistados indicaron que una de las razones por las que se trasladó a los dos bares atacados es porque en dichos establecimientos también se presentaban mujeres para ofrecer sus servicios de meretricio a los consumidores de alcohol. Los narcoterroristas justamente dirigieron el fuego hacia esos dos negocios.

    Dolor. Los residentes de la zona atacada asistieron al velatorio de las víctimas de la masacre. Foto: Aldair Mejía/La República

    La muerte de las 16 personas, entre ellos menores de edad, nos ha sorprendido enormemente. Desde que llegué aquí hace 30 años a San Miguel del Ene, nunca ha habido esta clase de muertes, más aún si se trata de niños”, manifestó con consternación el juez de paz.

    La autoridad explicó que San Miguel del Ene es una zona que está olvidada y abandonada por el Estado y solo tiene una precaria posta médica para más de 300 habitantes.

    “Primero investiguen antes de ponerse a hablar”, señaló el juez Leonidas Casas, quien expresó temor por la difusión de una versión errónea sobre la autoría del crimen masivo. Señaló que cuando informó a las autoridades sobre los hechos, nunca mencionó a ningún grupo armado por su nombre, porque no estuvo en el escenario del crimen cuando llegaron los atacantes con armas largas y disparaban a mansalva a todo el que se encontraba en el sitio.

    Miedo. La población teme represalias del camarada ''José''. Foto: Aldair Mejía/La República

    La mayoría de las víctimas ha sido plenamente identificada.

    Entre los fallecidos se encuentran tres hermanas y dos de sus hijos pequeños. Ellas son Marcelina (36), Dianee (28) y Carmen (22) Ochoa Ccahuana, naturales del distrito de El Carmen, provincia de Churcampa (Huancavelica). Sus familiares han reconocido los cuerpos y de dos niñas, Luana, de 3 años, y Angeli, de 1 año, hijas de las fallecidas.

    También han sido identificados:

    -Eder Arriguela Limachi, de 41 años, del distrito de Pichanaqui, provincia de Chanchamayo (Junín).

    -Sadith Ortega Pinedo, de 39 años, del distrito de Rupa-Rupa, provincia de Leoncio Prado (Huánuco).

    -Grover Fernández García, de 27 años, del distrito de Huancapi, provincia de Víctor Fajardo (Ayacucho).

    -Jasmín Candioti Galván, de 26 años, del distrito y provincia de Huánuco.

    -Deter Limaymanta Pérez, de 25 años, del distrito de Tapo, provincia de Tarma (Junín).

    -Luis Laura lapa, de 19 años, del distrito de Pangoa, Satipo (Junín).

    “Nandito”, así llamaban sus familiares a Luis Laura, el más joven de los adultos asesinados. Era el último de seis hermanos.

    “Mi hijo era un muchacho cariñoso y trabajador. Tenía proyectado estudiar maquinaria pesada, por esa razón trabajaba en la chacra para solventar sus estudios”, dijo a La República, entre lágrimas, su madre Angélica Lapa Auccatoma.

    “Exijo a las autoridades que investiguen y se capture a los asesinos. Mi hijo era un muchacho de bien y nunca hizo daño a nadie”, indicó.

    Los restos de Luis Laura son velados en la plaza del centro poblado de San Miguel del Ene y las autoridades están a la espera de la llegada de los otros féretros de las víctimas cuyas familias residen en la zona del ataque.

    Identificación. La Dircote estima que los autores del asesinato masivo serían miembros del grupo narcoterrorista que dirige Víctor Quispe Palomino. Foto: Aldair Mejía/La República

    Sello personal

    De acuerdo con la ministra de Defensa, Nuria Esparch, su despacho ha recibido información que precisa un poco más quiénes fueron los autores del criminal ataque: ’'Según la información que tenemos, y lo que tiene Inteligencia, los autores del horrendo crimen son los remanentes narcoterroristas. Más que remanentes, son delincuentes terroristas’'.

    Los perpetradores del homicidio múltiple dejaron pasquines reivindicando el atentado, identificándose como el Militarizado Partido Comunista del Perú (MPCP). Es un grupo armado dirigido por el camarada ’'José’', que abandonó Sendero Luminoso y que se financia con el narcotráfico del valle de los ríos Apurímac, Ene y Mantaro (Vraem).

    El jefe de la Dirección contra el Terrorismo (Dircote), general PNP Óscar Arriola Delgado, confirmó que los asesinos tenían todas las características de los militantes armados del MPCP.

    En declaraciones al portal de investigación periodística Ojo Público, el general Arriola precisó que se trató de una columna de 15 elementos, de los cuales 5 fueron los que dispararon. Los demás estaban desplegados para prevenir la eventual presencia de las fuerzas del orden.

    Vigilancia. Las autodefensas ofrecen seguridad en la zona. Foto: Aldair Mejía/La República

    Arriola también indicó que manifestaciones de testigos indican que los sujetos vestían de oscuro, que es precisamente la característica de los miembros del MPCP.

    El fiscal penal supraprovincial transitorio de Pichari, Alfredo Casavilca Piskulich, llegó acompañado solo de miembros de las autodefensas y de pobladores, porque las autoridades militares y policiales se negaron a participar de las diligencias. La versión que dieron los uniformados fue que ’'no había seguridad’' en la zona. Miembros de la Cruz Roja también se sumaron al fiscal Casavilca.

    Al cierre de la entrega de este reporte, llegó al pueblo el ataúd del ayacuchano Grover Fernández García, de 27 años.

    Los habitantes del lugar están desconcertados porque no habían tenido incidentes con los narcoterroristas del camarada ’'José’'. No descartan que podría tratarse de una venganza de una organización criminal dedicada a la trata de personas. Sin embargo, no existen antecedentes de ataques similares cometidos por este tipo de delincuentes.

    Sin embargo, Víctor Quispe Palomino, camarada “José”, puso su firma a la masacre en los pasquines que dejó en el lugar del homicidio.

    Víctimas