Recordada por su interpretación de Lucha Reyes en el teatro, Anaí Padilla es una tenaz actriz que se declara “artivista” y ha asumido la lucha contra la discriminación racial desde su arte. Dedica buena parte de su trabajo a abordar la problemática del racismo y participa activamente en obras que tratan este tema.
Anaí tuvo que enfrentarse a los prejuicios desde pequeña pues desde niña le laceaban el pelo para que se vea “más ordenado”. Tras tomar la decisión radical de rapárselo y dejar que crezca al natural, luce sus rizos con orgullo y busca con ello reivindicar la estética afro.
Pero no solo eso, Anaí tiene también un original proyecto en mente: crear un salón de belleza dedicado al cabello rizado, que sea también un espacio para la reflexión y la revalorización de la cultura de sus ancestros.
Lucha Reyes fue una mujer que vivió su esplendor en los sesenta y los setenta. Pero fue también víctima de burlas y maltratos producto del racismo y el machismo. Cuando interpreté su papel, me sorprendió constatar que esas formas de discriminación continúan hasta nuestros días. Fue muy duró pero reforzó la idea de que tenemos que seguir combatiendo estas taras. Hay que hablar, visibilizar el racismo y la discriminación. Lo que no se nombra no existe. Esas cosas se tienen que nombrar.
Y, sobre todo, generar también ejes de cambio, personas que puedan inspirar a otras personas, si pensamos en nuestras niñas y nuestros niños.
¿Consideras que la discriminación contra las mujeres afro es mayor que contra otras mujeres?
Las mujeres afrodescendientes tenemos más cosas en contra. Porque somos mujeres, porque somos negras y porque la economía es muy difícil para la comunidad afro.
¿Qué iniciativas tomas tú para luchar contra el racismo?
Una de las iniciativas que tomé fue tomar desde mi carrera desde mi profesión. Yo soy actriz y hago “artivismo”. No me considero activista.
¿Has vivido experiencias de discriminación?He vivido experiencias de discriminación, sí. Creo que agradezco que no han sido tantas. Pero las pocas que han sido, han sido muy dolorosas. Sobre todo, porque muchas han sido ya de adulta. Y por más que una trabaje sobre estos temas, por más que todo el tiempo estás en la lucha y hablando y trabajando sobre esto y sintiéndote preparada, cuando llega, creo que regresas a ser una niña y sigue siendo aún doloroso. Entonces, he tenido que respirar y ser muy fuerte…
Justo hace unas semanas fui víctima de una agresión, por parte de un taxista. Y lo primero que pensé en ese momento, que estaba llena de miedo y de todo por la situación, fue en ser fiel conmigo misma y en las que vienen, entonces, decidí no quedarme callada. Y terminé llevándolo a la policía e hice una denuncia, y lo hice público y etcétera.
Hice eso para decirle a las otras mujeres que tenemos que hablar. Ya no quedarnos calladas. Esos actos por mínimos que parezcan, porque para nuestra sociedad son actos menores, pueden traer muchas más consecuencias. Entonces, no normalicemos la violencia cual fuera, de la manera que fuera. Hay que estar cada vez mucho más conscientes de que existe y de que ahora tenemos toda la capacidad para alzar nuestra voz, para acogernos entre nosotras, para caminar juntas y dejar al menos un camino mucho más sólido para las que vienen.
¿Qué representa tu cabello?
Viví lacia durante muchos años. Desde pequeña me laceaban el cabello porque creo que el laceado conlleva esta estética occidental que nos plantean de toda la vida: “el cabello lacio es bueno. El cabello crespo es desordenado. El cabello lacio es ordenado”.
A los 18 decidí hacer un cambio radical que empezó por regresar a mis raíces desde mi pelo. Así que me rapé el cabello, para que nazca uno nuevo.
Desde ahí es que llevo mi cabello como parte de mi identidad, con orgullo. Representa quién soy, de dónde vengo, cuáles son mis raíces, cuál es mi identidad y fortalecer eso, cada día. Porque es una construcción de cada día.
Cuéntanos de tu proyecto de un salón de belleza…
Desde que empecé a llevar mi cabello al natural y teniendo algunos conocimientos básicos de cosmetología, uno de mis sueños a futuro es poder tener un espacio donde acoja a mujeres que tengan el cabello afro, rizo u ondulado.
Pero no quiero que solo sea un espacio de belleza, sino que sea un espacio de aprendizaje, de reflexión, de poder trabajar con niñas para que también amen su cabello, para enseñarles a cómo cuidarlo.
Me gustaría fomentar un espacio donde las mujeres puedan aprender a llevar su cabello al natural y además trabajar la ancestralidad. Por qué viene este cabello, por qué es importante llevarlo.
¿Cuáles son tus luchas actualmente?
Lucho todos los días contra la discriminación, contra el racismo, contra el machismo. Lucho también porque las niñas y los niños tengan referentes positivos. Referentes que puedan inspirarlos de verdad a ser mejores personas. Y creo que con eso poder ser una mejor sociedad.
No valoras al ser humano por su color de piel. Hay gente amarilla, verde, rosada y yo no ando por ahí diciéndole “hola blanca, hola amarilla, hola rosada”. El respeto viene desde que me llames por mi nombre.
No soy la negra, ni la negrita, ni la morenita, ni la zambita. Yo tengo un nombre, mis papás me pusieron un nombre, soy Anaí.