No hablar con extraños es una cuestión evolutiva, dice la ciencia

Las advertencias de nuestros padres de no conversar con extraños no es algo que determina la cultura. Más allá de ello, esta regla no solo sería para promover la seguridad, sino es una cuestión evolutiva, según la ciencia. 

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De acuerdo a estudios, el miedo a los extraños es algo común en todas las culturas humanas, pero no en todas las especies. El odio a las personas extrañas,  individuos que no se conocen es parte del desarrollo normal en la infancia. 

En especial, los niños desarrollan su sentido de seguridad y proximidad hacia sus progenitores. Esto ayudaría a asegurar su capacidad de manejar las relaciones y la confianza en edad adulta. 

Otro estudio, afirma que estar rodeados de extraños aumenta el nivel de estrés. Por eso, la empatía de las personas son casi inexistentes. Para llegar a esta conclusión, se hizo un experimento con ratones. Observaron que los animales no socializaron con ratones que no percibían un olor familiar.

 También, se encontró que con actividades recreativas se desarrolla la empatía entre desconocidos. Es decir, se pierde el miedo a personas extrañas con juegos de mesa entre otras actividades que impliquen interactuar. 

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Hay que perder el temor de conversar o pedir información a personas que no se conocen. Sin embargo, hay que ser astuto por si nos estén oponiendo una trampa.