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Conoce la historia de Pietà, la marca de ropa elaborada por presos en Perú

La firma creada por Thomas Jacob, emplea a un grupo de reos del penal de Lurigancho para la confección de prendas que han llamado la atención de grandes artistas como Maluma y Pharell Williams. Únete al canal de Whatsapp de Wapa

Conoce la historia de Pietà, la marca de ropa elaborada por presos en Perú
En la fotografía se ve a Thomas Jacob, fundador de la marca Pietà.

Muchos piensan que la vida tal y como la conocen acaba una vez que ingresan al penal, pero eso no tiene que ser el destino de todos. Y es que mientras cumplen sus sentencias por robo, sicariato o tráfico de drogas, los presos tienen la oportunidad de realizar distintas actividades con fines más beneficiosos. Este es el caso de un gran de reclusos de la penitenciara más populosa de nuestro país, el penal de Lurigancho.

En este lugar, un gran número de presos utilizan sus hábiles manos para cortar, sellar y remallar cuidadosamente una serie de prendas de fino algodón para una conocida firma de moda. Su nombre es Pietà, que en italiano significa ‘Piedad’ y su gran popularidad yace en el hecho que sus creaciones están confeccionadas por reclusos y reclusas en Perú. A continuación, te contamos más detalles sobre su peculiar historia.

Pietà es obra del diseñador y empresario francés Thomas Jacob, quien está más interesado en la habilidad manual de los presos que en la historia que los trajo al lugar donde están. Su logo consiste en cuatro rayas verticales y una horizontal, como las que trazan algunos reclusos para contar sus días de cautivo y el appeal de la marca es tan popular que incluso ha sido por grandes celebridades como Pharell Williams y Maluma.

Lo cierto es que Thomas Jacob tiene historia con el Perú, pues desde el 2012 trabajaba enviando telas para los talleres de la conocida casa moda Chanel. Fue ahí cuando casualmente asistió a una obra de teatro basada en la novela “Nuestra Señora de París” de Víctor Hugo, realizada una cárcel limeña. En esa oportunidad, varios reos le comentaron que en penal había máquinas de coser, que ellos tenían nociones de costura y no contaban con un empleo. Todos estos factores contribuyeron con el nacimiento de Pietà, que ahora lleva vendidas unas 200,000 prendas y produce 1,000 por semana.

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“Es gente que está animada a trabajar, de allí el crimen por el cual están moralmente no me importa”, comentó Thomas Jacob a The Associated Press en la oficina donde administra su firma y dedica horas a pensar sus nuevas e irónicas frases inspiradas en sus conversaciones con los presos: “Notre dame de la haine” -en francés “Nuestra señora del odio”-, “Mana imatapas manchakuq warmi” -en quechua, “Mujer que no se asusta con nada”- o “Vive como si vas a morir, porque vas a morir”.

Por su parte, Jacob reveló que el proyecto está fundado en la empatía que le generan los hombres y mujeres reclutados en un país con muchas desigualdades, pero no olvida que Pietà es un negocio. Esto significa tener que pagar personal, telas, transporte, logística y todo lo que implica la producción de una empresa. “Si no fuera rentable, no seguiríamos... la idea es seguir desarrollando nuestro mercado en Europa y Estados Unidos”, detalló Thomas Jacob a The Associated Press.

Como toda empresa, Pietà también enfrenta una serie de problemas que dificultan la labor. Esto se ve en escenarios donde varios de los treinta presos costureros abandonan el grupo cada semestre por distintos motivos como: su salida en libertad, el traslado a otras prisiones o por voluntad propia. Otro desafío es la casi nula experiencia en el rubro de las confecciones o su escasa preocupación por los acabados de las prendas, una obsesión de Jacob. Salvo eso, la relación con los obreros presos es igual que en cualquier otro taller de la ciudad. El lado positivo es que los presos también se benefician de esta labor, pues además de ganar dinero, pueden reducir un día de cárcel por cada cinco de trabajo, según la ley de nuestro país. Este oficio al que a veces dedican hasta once horas diarias, también les ayuda a ocupar la mente y evitar que se acumulen preocupaciones o malo pensamientos.

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El proyecto de Thomas Jacob parece tener éxito pues ha inspirado el desarrollo de otros programas parecidos. La agencia carcelaria calculó hasta el 2018 que 117 empresarios, la mayoría del rubro textil, han firmado convenios con las prisiones para dar trabajo remunerado a los presos. Esto sin duda es una buena noticia ya que además de promover la industria de la moda nacional, se da la oportunidad de un nuevo comienzo a gran parte de la población penitenciara de nuestro país.

Con información de: Agencia AP

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