49 muertos y 50 heridos es el triste saldo que ha dejado el atentado ocurrido esta mañana en Nueva Zelanda. Brenton Tarrant fue identificado como el asesino de la masacre en las mezquitas de Christchurch. El atacante de nacionalidad australiana había publicado previamente un manifiesto en sus redes, en el que decía que uno de los motivos por los que actuaba era “para vengar a Ebba Åkerlund”.
Ebba, cuyo nombre estaba escrito en una de las armas con las que Tarrant causó la muerte de medio centenar de personas, tenía 11 años en el 2017, cuando junto a otras personas fue atropellada en una calle de Estocolmo, Suecia, por un camión lanzado a toda velocidad y que iba conducido por Rakhmat Akilov, un uzbeko cuya solicitud de asilo había sido rechazada.
Su madre, Jeannette Åkerlund, que en su momento había agradecido las muestras de solidaridad de los ciudadanos suecos, se volvió a pronunciar al enterarse del acto cometido por Tarrant. “Va contra todo lo que defendía Ebba, ella repartía bondad y amor en su entorno, no odio”, condenó Jeannete a un programa de televisión.
Por su parte, en el manifiesto del asesino titulado “La gran sustitución. Hacia una nueva sociedad”, se muestran las creencias retorcidas que tiene el australiano y con las que intenta justificar la matanza. Respecto al porqué, dijo que es para “vengar a miles de muertes causadas por invasores extranjeros”.
El texto también tiene un apartado donde Tarrant arremete contra los “iconos pop degenerados a partir de una cultura muerta”, donde menciona a Freddie Mercury, Michael Jackson, Kurt Cobain y Madonna.
Finalmente, el asesino mencionó que una de las formas como se preparó fue jugando el videojuego Fortnite, confesión que ha preocupado a más de uno y puso sobre la mesa la pregunta de qué tanto pueden influir los videojuegos de peleas o armas en la mente de un niño o persona adulta.
Otro capítulo oscuro en la historia, un atentado más donde muere gente inocente. Verdaderamente doloroso.