Muchas personas podrían estar experimentando esta segunda cuarentena como un arresto domiciliario y se sentirán ansiosos e irritables con solo pensar que no pueden salir, advierte Manuel Saravia, psicólogo y psicoterapeuta del Instituto Guestalt de Lima (IGL).
Si bien hay personas que han escogido su soledad y disfrutan de ella, hay otros que puede verse seriamente afectados por el estricto aislamiento; hacia ellos el especialista dirige sus recomendaciones con el objetivo de que tengan una cuarentena más llevadera.
El confinamiento es un factor de riesgo para desarrollar cuadros de depresión, ansiedad y estrés, sobre todo en adultos mayores, asegura Saravia. Estos cuadros se manifiestan en problemas para dormir, irritabilidad o también se somatizan en dolores de cabeza, dolores de espalda, dolores en el cuello y problemas de piel.
En entrevista con la agencia Andina, Saravia explica que al elevarse el nivel de ansiedad pueden aparecer problemas a nivel gástrico y dolores musculares. “Muchos cuadros de ansiedad incluso se llegan a confundirse con el covid-19 porque a veces la ansiedad también está relacionada con los problemas respiratorios”.
Además, considera que durante esta segunda cuarentena la situación de la salud mental será más complicada que en el primer confinamiento porque la población ya ha acumulado muchos pesares durante los casi 11 meses que lleva la pandemia: algunos perdieron seres queridos o tienen familiares luchando por su vida.
“Creo que las autoridades tienen que organizarse de una manera diferente a la primera vez. Ahora están apareciendo otras cosas que no habían al inicio de la cuarentena. Para empezar, la población no está con la misma disciplina de la primera vez; ya hay otros efectos, hay fatiga pandémica, hay más cuadros depresivos. El tema es bastante fuerte”, afirma el psicólogo.
En ese sentido, Manuel Saravia señala que hay un sector de la población, desde adolescentes a adultos mayores, más propenso a bajar la guardia y exponerse debido a su fatiga pandémica, que no es un cansancio físico, sino un agotamiento emocional producto de la pandemia por COVID-19.
“Conversar media hora diaria, por teléfono u otros medios virtuales, es altamente terapéutico. Lo único que necesita una persona es que alguien le escuche. Conversar es una forma de desfogar, de descargarse, de decir lo que uno piensa de la pandemia, lo que uno siente. También se debe evitar la incertidumbre y, por eso, siempre debe buscarse información a través de medios oficiales”, sugiere el psicoterapeuta.
“Caminar una hora diaria, al aire libre, estirarse, respirar, por supuesto que sin ponerse en riesgo la salud frente al covid-19, alivia las tensiones y el estrés; y ahora que es verano, es bueno recibir temprano los rayos solares porque nos proporciona vitamina D”.
“La virtualidad ha venido para quedarse. Es importante que los adultos mayores usen las plataformas virtuales para conversar con otros familiares o participar en reuniones virtuales, ya sea por zoom o videollamadas de WhatsApp. El uso de la virtualidad es un factor de protección bastante importante”.
“Tenemos que hacer un planner (cronograma de actividades) desde que nos levantamos hasta que nos dormimos. Las personas sin trabajo deben hacer uso adecuado del tiempo libre en actividades físicas, recreativas, manualidad y en cursos de capacitación para emprender algún negocio o algo que los pueda distraer o relajar. También deben juntar actividades que les genere bienestar, por ejemplo llamar a cierto familiar, amigo o persona que le hace sentir bien, salir y comprar su dulce favorito, etc.”
“En el caso de las personas que durante esta cuarentena se han quedado sin trabajo, o que sus negocios lamentablemente han sido cerrados o suspendidos temporalmente, el confinamiento es una buena oportunidad para hacer una lluvia de ideas, pensar en transformar su negocio y buscarle la viabilidad aprovechando que está tan de moda el delivery, la venta por internet. O también buscar algún emprendimiento que esté acorde a la realidad, a la situación que estamos viviendo”.
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“En esta cuarentena tenemos que buscar activar la resiliencia de los peruanos. Para poder avanzar tenemos que manejarnos con criterio de realidad, saber que sí, estamos en un momento difícil, pero claro que podemos salir. Tenemos que resistir un poco más y alimentar ese pensamiento resiliente. Ahora más que nunca es cuando tenemos que pensar en cómo hemos hecho antes para salir de momentos difíciles, con perseverancia, con fuerza de voluntad, con disciplina, con valores”.
“Sería ideal mudarse con la familia u otro grupo cercano si existiera la facilidad de realizarles pruebas moleculares a todos los miembros para asegurar que nadie está en riesgo, pero si, inevitablemente, van a pasar la cuarentena juntos, deben manejar los factores de protección. Lo ideal es pasarla en compañía, asistidos”.
“La sociedad civil, los barrios, las familias y las municipalidades deberían organizarse. Este virus nos ha enseñado que el problema ahora es sistémico, es decir yo no voy a estar libre si a mi vecino no le va bien. Los alcaldes deberían tener mapeadas a las personas que viven solas para poder asistirlas. Cada distrito debería organizar brigadas de salud mental para estar vigilantes de quienes viven solos porque asumen un riesgo psicológico, pero también físico, lo que podría imposibilitarles salir a pedir ayuda. La familia también tiene que monitorear si sabe que algún familiar que vive solo está en riesgo”.
“Desde la religión o creencia que profese cada persona, ayuda mucho la parte espiritual, alivia bastante la fe y la esperanza. Aunque no estemos con esa persona físicamente, una forma de dar afecto es que sepa que estamos pensando en él o ella, que está en nuestras oraciones o en nuestros pensamientos. A veces la persona que está con covid-19 necesita sentir que es recordada, que es querida por los demás. Y ahora que no es humanamente posible acompañar a este familiar, tener un apoyo emocional, psicológico, también ayuda bastante”.
Para los momentos de mayor crisis, cuando predomina la tristeza, cuando los pensamientos negativos y las ideas catastróficas agobian y sientes que ya no puedes más, el psicoterapeuta tiene un ejercicio muy efectivo: “El cerebro es una biocomputadora y tenemos la posibilidad de bioformatearnos. Hay un ejercicio de distracción que produce un bloqueo y ayuda a olvidar lo que estábamos pensando. Consiste en mirar los objetos que tenemos a nuestro alrededor y escoger 3 o 5. Observo atentamente el primer objeto y le doy cinco utilidades, hago volar mi imaginación. Después el segundo, el tercero y los que hayas escogido. Luego de eso, también ayuda tomar agua, hacer respiraciones y conversar con alguien. Si la ansiedad es mucha, también salir a caminar unos 20 o 40 minutos”.
El psicólogo Manuel Saravia cuenta que hay muchas personas que se manejan muy bien en la soledad y compartir su casa con otros les resulta más bien estresante. Por lo general, son personas que han elegido su soledad, no que se quedaron solas, no quieren vivir ni en pareja ni en familia. Ya están acostumbradas a atenderse y no les representa un gran esfuerzo vivir solas.
“Ahora hay muchas personas jóvenes que viven solas, que están acostumbradas, habituadas a su soledad. También hay muchos adultos mayores que no están acostumbrados a salir ni socializar, sino que viven dentro de su dormitorio. Para ellos, la cuarentena no representa ningún problema, se van a adaptar fácilmente. Les afectará más a los adultos mayores que están acostumbrados a salir, que van a los clubes de la tercera edad, que salen y andan de fiesta en fiesta, de reunión en reunión; ellos son los más afectados porque ahora no tienen ese contacto social”, comenta.
El especialista agregó algunas de las personas que viven solas tienen mascota y eso les ayuda a enfrentar las cosas de manera más fácil, además de sentirse muy acompañadas. Las mascotas generan el concepto de familia.
Fuente: ANDINA