No solo es el segundo planeta más cercano al sol, también es conocido por ser el gemelo de la tierra en tamaño y densidad. Los científicos lo describen como un páramo abrasador que actualmente no alberga rastro de vida, sin embargo, siempre existió la interrogante de si en el pasado fue un lugar propicio para la vida. Estudios anteriores sugerían que Venus podrían haber estado cubierto de océanos, lo cual sería una posibilidad de encontrar algún tipo de vida fuera de la tierra.
Nuevos descubrimientos revelaron que tal vez Venus nunca haya podido tener océanos, ello por su mayor cercanía al sol y sus propias características. A pesar de ser el gemelo de la Tierra, ambos planetas difieren radicalmente en cómo evolucionaron. Actualmente, el segundo planeta del sistema solar tiene una atmósfera tóxica de de dióxido de carbono 90 veces más gruesa que la nuestra. Asimismo, contiene temperaturas en la superficie que alcanza los 462°C, ello podría fundir el plomo con facilidad.
Para descubrir por qué no se pudo generar un ambiente propicio en Venus para la vida, un equipo de astrofísicos decidió simular el principio de ambos cuerpos rocosos que se formaron hace 4.500 millones de años.
Para llevar a cabo la investigación, los científicos se enfocaron en los modelos climáticos que se utilizan usualmente para simular el cambio climático en la Tierra. De este modo, podrían llegar a conocer un estimado de cómo eran ambos planetas de joven.
Ambos eran muy calientes y estaban cubiertos de magma hace 4.000 millones de años. A pesar de ello, solo la tierra pudo formar los océanos durante decenas de millones de años, mientras que Venus permaneció caliente.
Es importante mencionar que, los océanos solo pueden formarse con temperaturas suficientemente frías para que el agua se condense en las nubes y caiga como lluvia.
Un dato fundamental para conocer la situación de ambos planetas en aquella fecha es la fuerza del sol y su cercanía. En los inicios, la estrella de luz era 25% más débil. Al respecto, los investigadores se cuestionaron cuál era el rol de las nubes en el proceso de enfriamiento de Venus. La respuesta tras el modelo climático fue positiva, es decir, las nubes si contribuyeron de una forma inesperada.
La posición donde se encontraban no eran las más adecuadas para el avance de la vida en Venus, ello porque no pudieron proteger el lado diurno del sol. Recordemos que, el gemelo de la Tierra no está retenido gravitatoriamente, por ello siempre está orientado hacia la estrella con una tasa de rotación extremadamente lenta.
Esto ocasionó que se generara un efecto invernadero que atrapa el calor dentro de la atmósfera y ocasiona que las temperaturas permanezcan altas. Es así como el propio calor impidió que pudiera tomar lugar la lluvia.
"Las altas temperaturas asociadas significaban que cualquier agua habría estado presente en forma de vapor, como en una gigantesca olla a presión", mencionó el principal investigador del Departamento de Astronomía de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Ginebra, Martín Turbet.
A diferencia de Venus, la Tierra pudo enfriarse lo suficiente para formar el océano global. Un componente clave es que el sol joven era más tenue y se encontraba más lejos del sol.
"Fue un ingrediente clave para formar realmente los primeros océanos en la Tierra", comentó Turbet.
Por su lado, la coautora del estudio y profesora de la Universidad de Ginebra, mencionó en un comunicado que "esto supone un giro completo en la forma de ver lo que durante mucho tiempo se ha llamado la 'paradoja del Sol joven débil'. Siempre se ha considerado un obstáculo importante para la aparición de la vida en la Tierra. Pero resulta que para la joven y muy caliente Tierra, este débil Sol puede haber sido de hecho una oportunidad inesperada "
Los nuevos descubrimientos esclarecen aún más aquellas hipótesis donde creían que la lejanía del sol podría generar que la tierra de convierta en una bola de nieve. Asimismo, concluyen que es poco probable que Venus haya podido albergar agua líquida.
Los hallazgos podrían ser comprobados en futuras misiones a Venus, donde el equipo de Turbet espera una respuesta definitiva. "Nuestros resultados se basan en modelos teóricos y son un elemento importante para responder a esta pregunta", dijo. "¡Pero se necesitan observaciones para dictaminar la cuestión de forma definitiva! Esperemos que las futuras misiones espaciales EnVision, VERITAS y DAVINCI+ nos den una respuesta definitiva", enfatizó.
Es así como las misiones de la NASA y de la Agencia Espacial Europea, se convierten en las principales fuentes de apoyo para comprender aún más al gemelo de la Tierra.
"Nuestros resultados tienen fuertes implicaciones para los exoplanetas, ya que sugieren que una gran fracción de los exoplanetas que se creía que podían tener océanos superficiales de agua líquida están ahora probablemente desecados porque nunca lograron condensarse y así formar sus primeros océanos", dijo Turbet sobre una nueva investigación que podría aplicarse a los planetas que se encuentran fuera del sistema solar.
"Esto es particularmente importante para los exoplanetas alrededor de estrellas de baja masa como TRAPPIST-1, que serán objetivos principales del telescopio espacial James Webb de la NASA y la ESA, que se lanzará en diciembre de este año", agregó.