El contacto madre-bebé es fundamental durante los primeros meses de vida. De ello depende su desarrollo emocional a lo largo de su vida. Este aspecto, olvidado durante tantos años, es fundamental para enfrentar a la vida con mucha seguridad y confianza. Pero si este contacto no se ha establecido bien, si no se ha desarrollado una buena relación de apego, el bebé se enfrentará al mundo temeroso y con miedo.
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Según un estudio estadounidense, el amor de madre transforma el cerebro durante la crianza. Sus cuidados le ayudarán a tener una mayor resistencia al estrés y también menos dificultades para aprender o memorizar, entre otros beneficios que le influirán en la edad adulta.
Científicos de la Universidad de Washington han hallado que, frente a los niños que no tienen una experiencia enriquecedora en este sentido, aquellos otros que sí recibieron el cuidado y apoyo afectivo maternos se reflejan en la anatomía del cerebro.
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En concreto, los niños más cuidados y amados aumentaron casi un 10 por ciento el tamaño del hipocampo, un área clave para el aprendizaje, la memoria y la respuesta al estrés, donde se produce la oxitócina, la hormona del amor, la empatía y, en general, el apego hacia sus semejantes.