Por: Teresa Castro Pinto - Abogada de Familia
El sábado pasado los peruanos y peruanas fuimos testigos de un día maravilloso donde TODOS: mujeres, hombres, homosexuales, niños, adolescentes, ancianos, dijimos “alto” a toda clase de violencia contra la mujer, no solo física, también verbal y psicológica. Sé que muchas de las que leen esta columna se sienten identificadas con mis palabras, por eso quiero dedicar esta columna a tratar el procedimiento legal en casos de violencia familiar.
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Debo empezar diciéndoles que se llama violencia familiar cuando la víctima (hombre o mujer) recibe agresiones físicas o verbales de parte de un integrante de su familia: esposo, esposa, padres, padrastros, convivientes, abuelos, hermanos, ex esposos, ex convivientes, etc.
Todas las personas víctimas de violencia familiar o de abuso sexual o, si no somos víctimas, puede que seamos testigos de un caso cercano de violencia.
Existen varios canales: la primera es la línea 100 desde cualquier teléfono fijo o celular, ellos derivan su caso a los Centros de Emergencia Mujer quienes luego de ponerse en contacto con la víctima la visitan ofreciendo ayuda psicológica y legal.
Otra forma de denunciar es acudiendo a la comisaría cercana a su hogar, la policía realizará las investigaciones del caso y notificará a la denunciante y al denunciado.
Esto es importante: en ambos casos, las víctimas no necesitan ir con un abogado, tampoco es necesario ser revisadas físicamente ni contar con huellas del maltrato; las autoridades solo reciben la denuncia gratuitamente.
Una vez que el proceso inicia, la víctima debe solicitar una medida de protección al fiscal: retiro del domicilio del agresor, impedimento de acoso, suspensión temporal de visitas, entre otras.
Mi recomendación es buscar un Centro de Emergencia Mujer (hay uno a la espalda del Palacio de Justicia) y denunciar solicitando ayuda legal y psicológica.
La víctima pasará por una revisión médica y/o psicológica (dependiendo el caso) y, finalmente, la autoridad competente emitirá una sentencia ordenando una acción inmediata.
Ahora, lo importante de todo esto es que las víctimas o nosotros como testigos, denunciemos siempre sin pensarlo, aunque tengamos miedo, la única forma de parar la violencia es hablando, dando a conocer nuestros casos.
Todos desde nuestro papel en la sociedad podemos ser parte del cambio que necesitamos para ir sin miedo por las calles, lo importante es decidir y denunciar.
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