¿Quién dijo que estar desempleada no es sacrificado y estresante? Es más, vives experiencias más intensas y demandantes que cuando estás en el proyecto más importante de tu carrera laboral. Y si no lo crees, aquí te presentamos esas situaciones horrorosas que experimentaste a tan corta edad de vida:
Miras la hoja en blanco en Word y lloras por no tener experiencia en lo que te interesa. Pones una foto horrorosa de tu Facebook que pasaste horas escogiendo. Dices que tu defecto es ser “perfeccionista”. Yeah sure.
Has osado ir a la recepción de las empresas para dejar tu CV impreso. Te has metido a LinkedIn, a todas las webs para conseguir trabajo. Te has metido en todas y cada una de las secciones de “Trabaja aquí” de todas las páginas de empresas que has visto. ¿Qué? ¿No sabías? Qué esperas para apuntar, por eso no consigues trabajo.
Porque te diste cuenta que no tenías los datos actualizados o tu trabajo de no es compatible con ese puesto al que estás postulando. Y luego tienes que volver a poner porque si lo es con el otro trabajo. Y temes que se mezclen, mandas los currículos equivocados. Todo mal.
Muy cerca de superar esos típico cambios de ánimo a los que nos tienes acostumbrada. No, lloras como una desquiciada porque no tienes experiencia. Pero luego recuerdas un trabajo que hiciste cuando estabas en el nido y la vida vuelve a tener sentido.
Casi se te revientan las corneas tratando de revisar que no hay ni un solo error en el mensaje final que acompaña a tu CV. La ortografía, la coherencia, el tono de comunicación.
Terminarán las Vía Parque Rímac y la empresa que quieres seguirá sin responderte. Y lo sabes.
Te aterra cada titubeo que haces cuando respondes, y titubeas más. Temes sonar muy confianzuda, muy insegura, muy desesperada, muy poco interesada. Es peor que cuando recién conoces a un chico.
Y si voy muy informal, y si vas muy formal. Y si lo que me pongo ya está muy pasado de moda. Y citas a Rubí, “¿Por qué no tengo ropa? ¡Maldita pobreza!”.
Llegaste sudando, pese a que te lavaste y maquillaste mil veces. Te dio un ataque de verborrea o no dijiste ni una sola palabra.
Miley Cyrus volverá a usar el cabello largo, y esa llamada nunca llegará.
Y llorar desconsoladamente mientras el viento te bofetea en la cara románticamente con una hoja… ah, es tu currículo.