Se supone que tras la revolución sexual que transformó el mundo en los años 60, cabría esperar que en pleno siglo XXI ningún tema sexual debería ser catalogado como tabú. Pero estamos muy lejos de eso, pues el movimiento de liberación sexual sesentero no tuvo el desarrollo que esperábamos y hoy en día nos encontramos con una falta de educación sexual integral que suele ser reemplazada por el contenido sexista y violento producido y difundido a gran escala por la industria pornográfica.
Sin embargo, no podemos negar que, en comparación con las generaciones pasadas, hoy se habla más sobre sexo, prueba de ello es que las mujeres nos reunimos a contar nuestras experiencias sexuales a veces de forma muy gráfica y con mucho detalle.
Pero curiosamente hay un tema del que no solemos hablar: la masturbación, el más grande tabú de la sexualidad femenina. Y no me refiero a la masturbación realizada en pareja, estoy hablando de la masturbación propiamente dicha: la práctica sexual que realizas para darte placer a solas.
En los últimos dos años he tenido la fortuna de realizar varias decenas de talleres en diferentes espacios de Lima en los que he conversado con más de 200 mujeres de entre 18 y 65 años.
En estos talleres grupales que compartía con ellas y en los que conversábamos sobre los mitos y los beneficios de la masturbación femenina he podido entender por qué las mujeres no hablamos sobre este tema.
Hay 3 puntos principales que explican el por qué del tabú de la masturbación femenina.
1. Los mitos antimasturbatorios: desde el siglo XVIII se comenzaron a propagar discursos en contra de la masturbación creados por la medicina y la iglesia católica. Se acusaba a la masturbación de ser la causa de distintos males: desde enfermedades hasta la muerte y, por supuesto, era considerada como uno de los pecados más graves.
A pesar de los tres siglos que han transcurrido desde que se originaron, estos discursos siguen estando vigentes. Por un lado, las mujeres que son católicas experimentan conflictos por darse placer a sí mismas, ya que el sexo debe estar reservado para ser practicado en pareja y oficialmente, según el catolicismo, debería ser sólo con fines reproductivos.
Por otro lado, aunque actualmente las mujeres no creen que la masturbación les vaya a provocar la muerte, muchas de ellas sí consideran que hacerlo puede causarles adicción sexual, por ejemplo, o que si aprenden a masturbarse luego no podrán disfrutar del sexo en pareja.
Por supuesto nada de esto es cierto, pero es tan grande el temor de las mujeres a experimentar el placer por su propia cuenta que surgen preocupaciones como éstas cuando en realidad la masturbación es la mejor manera de aprender a disfrutar del sexo a solas para luego, si lo deseas, poner en práctica lo aprendido con tu compañero(a) sexual.
2. La falta de autoconocimiento corporal: las mujeres no conocen su propio cuerpo o lo conocen en base a premisas falsas que la medicina y la psicología se han encargado de establecer y difundir.
Todavía se cree que la vagina es el centro anatómico del placer sexual de las mujeres cuando en realidad lo es el clítoris. Se insiste en la existencia del orgasmo vaginal y de otros tipos de orgasmos (como el anal o el del punto G) que no son más que formas de; por un lado, seguir invisibilizando la importancia del clítoris y; por otro lado, perpetuar la idea del coito como práctica sexual por excelencia para el placer de las mujeres.
Mientras las mujeres no sepan que son dueñas de un órgano que sólo sirve para darles placer seguirán buscando el orgasmo en el lugar equivocado.
3. La dependencia sexual
Últimamente se habla mucho de la dependencia emocional, pero poco se dice sobre la dependencia sexual, que es algo bastante usual en las relaciones heterosexuales.
Las mujeres están acostumbradas a poner su placer en manos de los hombres con los que se involucran sexualmente. Esto quiere decir que siguen creyendo que son ellos quienes les dan orgasmos o las hacen tener orgasmos, por lo tanto para experimentar placer sexual necesitan de la presencia de un hombre que las haga sentir eso que tanto desean.
Es necesario entender que el orgasmo es siempre tuyo, lo experimentas en tu cuerpo y debes ser tú la encargada de guiar a la otra persona por la senda que te va a llevar a ti a tu propio placer. Nadie te da orgasmos, simplemente te acompaña mientras los experimentas.
Y para que sepas cómo te gusta ser estimulada sexualmente, la masturbación es un paso necesario: sólo aprendiendo a darte placer a ti misma sabrás a solas qué es lo que te gusta y lo que no a la hora del sexo; y además podrás sentir placer y experimentar orgasmo cuando quieras, como quieras y con quien más quieres, o sea contigo misma.
Sandra Campó es escritora y educadora sexual. Autora del libro HOY TENGO GANAS DE MÍ: 7 historias de masturbación femenina y creadora del blog SASÁ. Desde 2015 realiza talleres de educación sexual para mujeres en diversos espacios de Lima. Síguela en FACEBOOK e INSTAGRAM: @elblogdesasa