En los últimos años en el campo de la sexualidad femenina han surgido una serie de teorías con respecto a la existencia de lugares específicos dentro de la vagina que al ser estimulados con dedos, pene o juguetes sexuales provocan orgasmos.
Denominados puntos, estos lugares vaginales específicos se han reproducido de tal manera que ahora no sólo encontramos el punto G sino también el U, el A y el K.
Sin embargo, entre ellos el más conocido es el punto G, que se supone es responsable de orgasmos tan intensos y explosivos que vienen acompañados de la tan ansiada eyaculación femenina.
Pues bien, a pesar de la gran popularidad de la que goza, el famoso punto G no existe, es tan sólo otro de los mitos de la sexualidad femenina.
En los años 40 el ginecólogo alemán Ernst Gräfenberg descubrió por casualidad el punto G mientras estudiaba la uretra femenina y por eso al nombrar este punto se utilizó la inicial del apellido del médico.
Pero tuvieron que pasar cuatro décadas más para que el punto G se hiciese popular. Esto fue gracias a la publicación del libro El punto G y otros descubrimientos sobre la sexualidad humana de Alice Kahn, Beverly Whipple y John D. Perry.
Los tres investigadores estadounidenses afirmaron que el punto G es un área con forma de vaina que se encuentra en la pared frontal de la vagina, a una distancia de entre 3 a 5 cm de la apertura vaginal y que constituye una zona erógena altamente sensible que provoca orgasmos intensos seguidos de eyaculación.
Para acceder al punto G con los dedos se suele indicar que el dedo medio y el índice deben introducirse con las puntas de las yemas hacia arriba para luego realizar un movimiento igual al que se emplea para pedirle a alguien que se acerque: flexionando repetitivamente las puntas de los dedos.
Desde la publicación del libro en 1982, éste recibió críticas por parte de los especialistas más destacados debido a la falta de evidencia y a que el dichoso punto G no se encontraba en el cuerpo de las mujeres cuando se realizaban autopsias.
Aunque cada cierto tiempo surgen nuevos estudios que desmienten la existencia del punto G, nada ha impedido que la fama de éste siga creciendo hasta el día de hoy.
En la actualidad el punto G continúa siendo un tema polémico en la comunidad médica especializada en ginecología, pero es necesario diferenciar entre lo que establece la ciencia popular como verdad sin pruebas y lo que la biología y la anatomía nos dicen sobre nuestro cuerpo en base a investigaciones científicas.
El punto G no ha sido identificado de manera precisa como un lugar específico ubicado en la vagina. La idea de su existencia provoca que algunas mujeres indiquen su posición en un lugar; y otras, en otro lugar. Esto probaría que se trata más de una idea subjetiva sobre dónde está ubicado el punto G en una vagina en particular y no de un lugar objetivo de la vagina en general.
Pero si el famoso punto G no existe, ¿por qué ha ganado tanta popularidad? Pues porque se trata de otro mito, al igual que el del orgasmo vaginal, para perpetuar la idea de que la vagina es el centro anatómico del placer femenino. Y no lo es, ya que ese rol le corresponde al clítoris, por eso todo orgasmo es clitoriano.
Lo más probable es que el denominado punto G no sea otra cosa que una parte interna del clítoris o, en todo caso, una zona aledaña a las glándulas de Skene o próstata femenina, lo que explicaría por qué su estimulación da como resultado la eyaculación femenina.
Con respecto a eso es importante aclarar que la presencia o existencia de eyaculación no determina la intensidad del orgasmo, es más ni siquiera determina su existencia, es decir, que se puede eyacular sin tener orgasmos. Por lo tanto la idea de que la estimulación del punto G produce la eyaculación porque ésta surge a partir de orgasmos más intensos también es falsa.
Sandra Campó es escritora y educadora sexual. Autora del libro HOY TENGO GANAS DE MÍ: 7 historias de masturbación femenina y creadora del blog SASÁ. Desde 2015 realiza talleres de educación sexual para mujeres en diversos espacios de Lima. Síguela en FACEBOOK e INSTAGRAM: @elblogdesasa