Las mujeres que han sentido un orgasmo usualmente no saben cómo describirlo de manera detallada. Las sensaciones del clímax sexual pueden ser tan abrumadoras que nos resulta imposible explicar minuciosamente qué es lo que sentimos.
Tal vez esto se debe no sólo a que la cumbre del placer sexual tiene un poderoso efecto en nuestro cuerpo sino que el orgasmo provoca reacciones en diferentes zonas corporales al mismo tiempo.
Saber qué es lo que ocurre en tu cuerpo cuando tienes un orgasmo puede ayudarte a entender por qué resulta tan difícil describir el placer envolvente y embriagador del clímax.
El orgasmo es el momento de máxima excitación sexual que podemos experimentar, se caracteriza por un placer intenso que va seguido de una sensación de profunda relajación.
Para reconocer un orgasmo tenemos que estar alertas a los síntomas que presenta:
- El corazón late con más fuerza y rapidez porque se produce un aumento de la frecuencia cardiaca.
- La respiración se intensifica de tal manera que comenzamos a sentir agitación.
- El útero se contrae de forma continua y con el paso de los segundos las contracciones se van haciendo más frecuentes, intensas y duraderas.
- La vulva se humedece y se engrosa mientras que el clítoris crece y se endurece.
Otra manera de identificar el orgasmo es conociendo cada una de las fases que lo componen: excitación, meseta, orgasmo (clímax) y resolución tal como he explicado en este artículo anterior.
Por último, otra forma sencilla de identificar un orgasmo es si sientes que durante el acto sexual todo tu cuerpo, sobre todo de la cintura para abajo, se contrae y luego se suelta.
Si esto ocurre es porque efectivamente has atravesado por todas las etapas del orgasmo hasta alcanzar el clímax y la posterior resolución. Si no has experimentado esta última fase de relajación y reposo es porque lo más probable es que no hayas alcanzado el orgasmo.
Los ojos: las pupilas se dilatan debido a que se activa intensamente el sistema nervioso simpático, encargado de controlar las reacciones y los reflejos más profundos.
El corazón: el ritmo cardiaco se acelera de tal manera que se irriga más sangre en todo el cuerpo.
Los senos: los senos se hinchan y los pezones se endurecen y se ponen erectos.
La piel: la temperatura de tu cuerpo aumenta, esto explica que muchas mujeres se sonrojen y a veces se enrojece no sólo el rostro sino otras zonas erógenas del cuerpo como el cuello y las orejas. Luego del orgasmo, la piel se ve más luminosa y radiante.
La vagina: la vagina segrega un lubricante natural para facilitar el coito, los labios vaginales se abren y el interior de la vagina se agranda, alarga y ensancha debido a que la sangre se concentra en el área pélvica. Cuando se produce el clímax, el útero, la vagina y el ano se contraen intensa y rítmicamente.
El clítoris: el clítoris se expande y se erecta, pero justo antes del clímax se contrae con lo que su tamaño se reduce en un 50%. Sin embargo, cuando una alcanza el orgasmo el clítoris aumenta notoriamente su tamaño. En la fase de resolución, luego del clímax, la sangre irrigada hacia la zona genital todavía se mantiene ahí unos minutos más, lo que produce que el clítoris se encuentre tan sensible al tacto.
El cerebro: cuando llegamos al clímax (la fase del orgasmo propiamente dicha) se liberan sustancias en el cerebro como la oxitocina y la dopamina. La primera tiene como función reducir el estrés y relajar el cuerpo, mientras que la segunda proporciona energía mental y mejora la atención para que una se enfoque solamente en el encuentro sexual del que forma parte en ese momento. La oxitocina y la dopamina juntas son las que producen placer.
Sandra Campó es escritora y educadora sexual. Autora del libro HOY TENGO GANAS DE MÍ: 7 historias de masturbación femenina y creadora del blog SASÁ. Desde 2015 realiza talleres de educación sexual para mujeres en diversos espacios de Lima. Síguela en Facebook e Instagram: @elblogdesasa