En los talleres de masturbación femenina que realizo desde el año pasado uno de los momentos clave es cuando les pido a las participantes que repitan conmigo la siguiente frase: todo orgasmo ocurre por estimulación directa o indirecta del clítoris, lo que quiere decir que todo orgasmo es clitoriano.
Hago esto con el objetivo de que les quede claro que el orgasmo vaginal, anal o del punto G o cualquier otro no existen, ya que no hay orgasmo en donde no intervenga el clítoris. Es fundamental que las mujeres tengan esto muy claro para que dejen de sentir que algo está mal en ellas si es que no obtienen orgasmos cuando son penetradas vaginalmente.
El mito del orgasmo vaginal es uno de los más dañinos cuando se trata de hablar de sexo, placer y deseo femeninos. Por eso ha llegado el momento de aclarar este asunto de una vez por todas para que las mujeres dejen atrás ideas falsas sobre su cuerpo y puedan disfrutar plenamente de su vida sexual.
La medicina y la psicología, ciencias históricamente creadas y dominadas por hombres, se han empeñado en perpetuar la idea de que el centro anatómico del placer sexual de las mujeres se encuentra en la vagina, lo que ha traído consigo la falsa idea de que existe el orgasmo vaginal y, que éste es, además, el orgasmo verdadero, el auténtico. Por eso todos los otros han sido considerados menores, inferiores o secundarios.
Desde que a Sigmund Freud se le ocurrió, a inicios del siglo XX, afirmar que existen dos tipos de orgasmo: el clitoriano, propio de una mujer sexualmente inmadura; y el orgasmo vaginal, propio de una mujer madura y desarrollada sexualmente, la idea de que la penetración vaginal es la práctica por excelencia para el placer sexual de las mujeres ha permanecido vigente hasta nuestros días.
Con estas premisas falsas, Freud, el padre del psicoanálisis, dejó a su paso una estela de mujeres que, al no disfrutar del coito vaginal, eran consideradas frígidas. A tal punto ha llegado a patologizarse algo que es usual: que la gran mayoría de mujeres no experimenten placer al ser penetradas vaginalmente.
Cuando hablamos de sexo y sexualidad debemos dejar de confundir el placer con la reproducción porque son dos temas que no necesariamente van de la mano ni siquiera anatómicamente. Por un lado, tenemos la vagina, que está asociada a la menstruación y al parto; y, por otro lado, tenemos el clítoris, que está relacionado únicamente con el placer y el orgasmo.
Aunque algunos afirmen que para evitar cualquier confusión entre orgasmo vaginal, orgasmo anal u orgasmo de punto G, entre otros deberíamos llamar a la cumbre del placer sexual de las mujeres simplemente orgasmo femenino, lo cierto es que el único orgasmo que existe es el clitoriano. Esto se debe a que todo orgasmo ocurre por estimulación directa o indirecta del clítoris, no hay orgasmo sin que el clítoris intervenga hinchándose, lubricándose y erectándose.
El clítoris, como ya expliqué en un artículo anterior, no es un botoncito sino que es más bien como un iceberg del que sólo vemos la punta. El glande y el capuchón que cubre a éste son la única parte visible, sin embargo, el clítoris es un órgano más grande de lo que pensamos, tiene un cuerpo externo e interno y su única función es darnos placer.
Pero entonces surge una duda bastante común: ¿qué ocurre con las mujeres que afirman que al ser penetradas vaginal o analmente experimentan orgasmos? Pues quienes dicen esto ignoran que en ambos tipos de coito es la parte interna del clítoris la que está siendo estimulada de manera indirecta. Por eso es muy importante que conozcamos la anatomía completa del clítoris para que podamos entender cómo y dónde se produce el orgasmo.
Por último, ¿y qué pasa con el punto G? Primero hay que aclarar que existe una controversia con respecto a este tema. En los últimos años han surgido estudios que ponen en duda la existencia del denominado punto G —que supuestamente se encuentra en la parte frontal y superior de la vagina, a 5 centímetros de profundidad aproximadamente— debido a que muchas mujeres no coinciden en el lugar exacto de ubicación de dicho punto. Por lo que podemos concluir que el punto G no es otra cosa que una parte posterior e interna del clítoris.
Continuar con la lógica de la denominación del orgasmo de acuerdo a la estimulación de otra zona de nuestro cuerpo diferente del clítoris es tan absurdo como caer en el juego de decir que también existe orgasmo podal (pies), auditivo (orejas), mamario (senos), cervical (cuello), etc.
Ahora que ya sabes que todo orgasmo es clitoriano, cada vez que tengas uno piensa en lo afortunada que eres al tener un órgano tan poderoso y maravilloso como el clítoris, que sólo sirve para darte placer.
Sandra Campó es escritora y educadora sexual. Autora del libro HOY TENGO GANAS DE MÍ: 7 historias de masturbación femenina y creadora del blog SASÁ. Desde 2015 realiza talleres de educación sexual para mujeres en diversos espacios de Lima. Síguela en FACEBOOK e INSTAGRAM: @elblogdesasa