El impacto de la inmovilización prolongada a la que pueden estar sometidos algunos pacientes con COVID-19, o personas que cursan otras patologías o condiciones, lleva a un deterioro metabólico y sistémico del organismo conocido como síndrome de desacondicionamiento físico.
Las repercusiones en el sistema muscular son quizás las más conocidas y se manifiestan como debilidad generalizada, atrofia muscular y disminución de la tolerancia al ejercicio.
Según María Pía Urgelles, fisioterapeuta y Directora de la Carrera de Terapia Física en la UPC, un paciente inmovilizado pierde entre el 10 al 20% de la fuerza de torque por semana. Los más afectados son los músculos que nos permiten mantenernos erguidos contra la gravedad. Hoy sabemos que incluso periodos cortos de, por ejemplo, 5 días de inmovilización pueden causar una disminución considerable de la fuerza y una pérdida importante de la masa muscular.
"La función pulmonar es una de las más afectadas en un paciente por COVID-19, tanto por el efecto del virus como por el fenómeno inflamatorio que puede seguir a la enfermedad. Adicionalmente, la neumonía puede dañar el tejido pulmonar, lo que produce cicatrices que lo engrosan y endurecen (fibrosis). Esta situación, a la que debemos sumar la debilidad de los músculos causados por la inmovilización, puede afectar la respiración", precisó.
En ese contexto, la especialista manifestó que la prescripción de ejercicio terapéutico o de movilizaciones en pacientes con COVID-19 debe ser considerada cuidadosamente en función del estado del paciente: deben ser clínicamente y con función respiratoria estable.
"En la fase aguda de la enfermedad está contraindicada la realización de ejercicio; en la fase post aguda si pueden realizarse ciertos ejercicios, siempre que el estado físico y la sintomatología del paciente lo permitan. Por lo tanto, es necesario que un profesional de la salud sea quien prescriba estos ejercicios de modo que el plan se ajuste a las necesidades específicas del paciente. Los ejercicios que se indican en esta etapa pueden ser respiratorios o ejercicios dirigidos a mejorar la circulación, el equilibrio, o para aumentar la fuerza o fomentar la relajación", explicó la fisioterapeuta.
La fisioterapia post-COVID puede ayudar al paciente a superar las secuelas físicas de la enfermedad tales como: debilidad muscular, alteración del equilibrio, dolor músculo esquelético o contracturas musculares. También podrá intervenir para mejorar la disfunción respiratoria o los problemas neurológicos asociados con la enfermedad.
Además, detalló que el trabajo del fisioterapeuta, en el proceso de rehabilitación de un paciente con COVID-19, es importante en las distintas fases por las cuales pasa: aguda, subaguda y de recuperación (incluso a largo plazo).
"Mucho hemos oído hablar del papel del fisioterapeuta respiratorio en las Unidades de Cuidados Intensivos (UCI) pero igual de importante es el trabajo que se realiza con el paciente más allá de la fase aguda o una vez que este es dado de alta", puntualizó.
Es importante recalcar que el abordaje en un paciente con un cuadro de post-cuidados intensivos (SPCI), debe ser tratado de forma interprofesional; el terapeuta físico ayudará con los problemas a nivel físico, pero también es necesaria la intervención de otros profesionales de salud, como médicos, psicólogos y nutricionistas, para lograr una recuperación óptima.