Una madre cariñosa no es sinónimo de malcriar a los hijos. El afecto de las mamás ayuda al crecimiento y personalidad de los pequeños. Por eso, te enumeramos ocho beneficios de ser una madre muy afectuosa.
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El ser una madre cariñosa permite que el vínculo con los hijos se fortalezca. Es decir, el niño tendrá más confianza con sus padres y esto ayudarás a que el pequeño sea más obediente y cumpla con las normas y los límites con menos problemas.
Los niños que se sienten más seguros con sus padres son cuando recibe más demostraciones de amor y de ser querido. Eso no quiere decir que se dé demasiado cariño. Se tiene que enseñar a los hijos cuáles son sus límites para que no crezcan como personas prepotentes o con autoestima demasiado alta.
Son niños que no tienen miedo ni timidez cuando conoce a nuevas personas. El cariño de sus madres los ayuda a que sean extrovertidos y no le tengan temor al rechazo.
Cuando los niños se sienten queridos por su madre, no tienen ni sienten obstáculos para conversar con ellas. Por eso, ser una mamá cariñosa beneficia y mejora el diálogo en ambos. Esto influye en la educación.
El saber manejar sus propias emociones es una cosa que a toda persona o niño hace feliz. Por eso, una madre cariñosa, da ese beneficio. Ella lo ayuda a conocer y gestionar las emociones a la vez, que tolera la frustración.
El cariño de una madre hace que sus hijos se sientan protegidos de los peligros. Dándoles fuerzas y aumentando su autoestima. Será un niño que se atreva a enfrentarse a cualquier obstáculo.
Es decir, serán niños cariñosos con las demás personas mostrándose comprensivos. Además, tienden a tener menos problemas al expresar sus emociones.
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Los abrazos de una madre estimulan a que los hijos sientan tranquilidad y se equilibre el sistema nervioso del pequeño. Por eso, abrazar desde una temprana edad reduciría el riesgo de sufrir de demencia.