WAPA, seguramente en algún momento has escuchado sobre el amuleto de la pata de conejo que es empleado desde la antigüedad para atraer la buena suerte, incluso se llegó a decir que algunas personas con determinadas enfermedades se sanaban frotando la pata sobre la zona afectada.
Igualmente, se ha empleado para ahuyentar los malos espíritus que pudieran rondar a los recién nacidos, tocándoles con la pata de conejo y colgándola de la cuna o del coche. Sin embargo, ¿de dónde nació esta superstición?
Los celtas consideraban los conejos y liebres como seres mágicos que respetaban y eran usados para la realización de rituales de adivinación.
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Su uso en remedios contra hechizos y encantamientos es antiquísimo. El naturalista latino Plinio, del siglo I, recoge en su historia natural la creencia de que quien padece gota, calambres o reumatismo experimenta alivio si lleva una pata de conejo cortada al animal estando vivo.
Su fecundidad proverbial contribuyó a considerarle animal de buen augurio, siendo relacionado con la prosperidad y la riqueza. Consecuentemente con esa creencia, tener junto a sí cualquier parte del conejo equivalía a participar de su naturaleza.
Las partes que más se valoraban eran la pata, la oreja, la cola y las entrañas secas. Fue preferida la pata por la simbología fálica que tuvo en el mundo antiguo, y por ser vista como estimuladora de la fertilidad en la mujer y en el campo.
Se cree, en el ámbito rural, que tocar al recién nacido con una pata de conejo le protege de los malos espíritus, las miradas codiciosas y las envidias; bajo la almohada previene de accidentes, y junto al aprisco o redil aleja a las alimañas del rebaño.
Se dice que ayuda no sólo a ganar en el juego, sino que facilita encuentros relacionados con el amor si se lleva en el bolsillo izquierdo del pantalón.
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Con información de Mundo Esotérico