Una increíble historia de amor entre un animal salvaje y un instructor de buceo en Australia. Por mucho tiempo, los seres humanos nos hemos hecho la idea que los tiburones son devoradores de humanos.
Sin embargo, la posibilidad de sufrir el ataque de un tiburón es mucho menor a la de morir impactado con un rayo. A pesar de ello, no debemos confiarnos, ya que como cualquier animal, debemos tenerle respeto.
La historia la protagoniza un instructor de buceo en Australia, Rick Anderson, quien ha logrado a conseguir una amiga súper especial.
Cada vez que él entra al mar, existe una “amiga” que la visita y le da muchos abrazos.
“Empecé a jugar con ella hace siete años cuando era sólo una cría de 15 centímetros. Me acerqué con cuidado para no asustarla, y le hice cariño con cuidado. Una vez que se acostumbró a mí, la sostendría en mis manos y le hablaría con suavidad a través de mi regulador”.
“En las siguientes temporadas, me reconocería y se acercaría para una caricia y abrazo. Se acostumbró cada vez más, hasta el punto de que nada hasta mí cuando me empiezo a ir y golpea mis piernas para que la tome en brazos”.
“La mayoría de los buzos que ven esto por primera vez no lo pueden creer. No la alimento a ella ni a ningún otro tiburón con los que juego. Los trato como si fuesen un perro”.
A Anderson también le encanta interactuar con otros animales y especies.
Sin embargo, nadie se compara como su mejor amiga tiburón.
