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08 Nov 2019 | 9:01 h

4 mitos sobre la vagina

Es necesario desterrar de nuestra mente una serie de mitos que existen sobre la vagina.

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    En el ámbito de la sexualidad, la vagina es la parte del cuerpo de la mujer sobre la que más se suele hablar y en la mayoría de casos se hace para crear innumerables mitos en torno a ella.

    Es necesario que rompamos con las creencias falsas sobre nuestros genitales por eso vamos a comenzar derribando cuatro mitos sobre la vagina que hasta ahora creíamos que eran verdades indiscutibles.

    1. Duchas vaginales

    En el mercado de la higiene íntima femenina podemos encontrar una amplia diversidad de productos para aromatizar nuestra vulva y para lavar nuestra vagina pues nos han hecho creer que nuestros genitales huelen mal.

    Pero lo cierto es que la vagina tiene sus propios mecanismos para evitar que las bacterias provoquen infecciones. Este sistema de limpieza autorregulado está caracterizado por la presencia de un pH ácido, es decir, el grado de acidez de la vagina, hace innecesario el uso de duchas vaginales.

    Por el contrario las duchas vaginales pueden alterar o dañar la flora vaginal de tal manera que la dejen desprotegida y a disposición de gérmenes patógenos. Así que ya lo sabes: para mantener tu vagina fresca y limpia no necesitas realizar ningún tipo de limpieza en el interior de ella.

    2. El punto G

    Es uno de los debates más comunes de las últimas décadas en el campo de la sexualidad femenina: el punto G, una zona al interior de la vagina que suele asociarse con la eyaculación femenina.

    Pero recientemente han surgido estudios que ponen en duda la existencia del denominado punto G —que supuestamente se encuentra en la parte frontal y superior de la vagina, a 5 centímetros de profundidad aproximadamente— debido a que muchas mujeres no coinciden en el lugar exacto de ubicación de dicho punto. Por lo que podemos concluir que el punto G no es otra cosa que una parte posterior e interna del clítoris.

    3. El tamaño de la vagina después del parto

    Alrededor del largo y el ancho de la vagina hay varias creencias falsas, entre ellas una de las más comunes es que la vagina se estira luego del parto y no puede volver a recuperar su tamaño anterior.

    Es cierto que su tamaño cambia luego de tener un bebé pero la vagina es un conducto cuya estructura muscular permite que se amplíe su apertura así como hace posible que recupere casi al 100% su tamaño original. Para lograr esto último es recomendable realizar los ejercicios de Kegel, que consisten en realizar lo siguiente varias veces al día: apretar los músculos que controlan el flujo de la orina y luego relajarlos.

    Los Kegel son ejercicios que fortalecerán la musculatura de tu vagina y con ello contribuirán a que recupere casi por completo el tamaño que tenía antes del parto.

    4. El himen

    El himen se relaciona directamente con la “virginidad” de las mujeres y se suele creer que dejamos de ser vírgenes cuando el himen es roto a través de la penetración vaginal.

    Pero lo cierto es que, por un lado, la virginidad es un concepto empleado históricamente para controlar la sexualidad de las mujeres al darle un sentido valioso a la falta de experiencia sexual femenina o al establecer la importancia que tiene el primer coito vaginal o la primera pareja sexual en la vida de una mujer.

    Mientras que, por otro lado, el himen es elástico y puede permitir que se realice la penetración vaginal sin romperse, por eso la forma que puede tener en cada mujer es distinta.

    Esta membrana epitelial que cubre el orificio de entrada de la vagina cumple la función de proteger a las niñas de las infecciones vaginales que pueden producirse debido a que el ano se encuentra próximo a esta zona.

    Cuando las mujeres llegamos a la adolescencia y ocurre nuestro primer ciclo menstrual, el himen ya no es necesario porque nuestra flora vaginal varía y nos protege de infecciones.